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Mostrando entradas de enero, 2012

Tu cuerpo se lee en braille.

Pasé lentamente mis dedos por tu rostro, porque tu cuerpo se lee en braille.  Me pediste de rodillas comprensión y yo comencé a tocarte, porque tu cuerpo se lee en braille. Quisiste mil veces una palabra de aliento, un beso, un suspiro, un te quiero, una caricia, te regalé todo eso más deseo infinito de tu ser, aprendí entonces que tu cuerpo se lee en braille. Mil veces me besaste con sonrisas de confianza, mil caricias me regalaste y me dijiste al oído "tu cuerpo se lee en braille".  Suplicaste una sonrisa, mendigaste por un beso, al final de cada noche me decías al oído "tu cuerpo se lee en braille".  Mis faldas terminaron con tu aroma plasmado, mis sujetadores fueron inservibles desde que me dijiste por primera vez "tu cuerpo se lee en braille". No necesito tu ropa, esto es cosa del alma, y me dijiste al oído "Tu cuerpo se lee en braille". Despertar junto a un ángel ¿cuántas letras cuesta eso?. Ser la musa de un artista ¿cuántas página

"Soy"

"Soy" de esas palabras rebuscadas con significado obsceno.  "Soy" un lienzo rayado y desvirgado. "Soy" todo aquello que amas, todo aquello que sueñas.  "Soy" el cielo y orco en todo su esplendor. "Soy" la musa denigrada, de aquel artista exitoso.  "Soy" el denodado esfuerzo de ser mejor. "Soy" la loca que demudó su mente para ser feliz.  "Soy" de esos solecismos cometidos infinitas veces.  "Soy" eso que llamas mala suerte.  "Soy" la corrupción de cada hombre sobre la tierra. Pero al final, no importa quien soy, no soy nada. Imaginé más de una vez ser un ave y volar sobre el cielo hacia el horizonte, sin mirar atrás, la pregunta no es ¿qué eres?, no es ¿quién eres? es ¿quién quieres ser?, ¿quién serás?.

Nací soñadora.

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Con un nudo en la garganta comencé a hablar, poco a poco las palabras salían de mis labios, fluyendo y sin nada que pudiera detenerlas.  Al principio todo era complicado, decir lo que pensaba no se me hacía tan sencillo, pero luego de algunas caídas aprendí a no callar. Esta historia comenzó como un pasatiempo y ahora amo esto más que a la vida misma, escribir... mis dedos son mis armas, mi imaginación mi escudo y el cubo de cristal en el que estaba encerrada se destruyó en mil pedazos, más de una vez intenté armarlo de nuevo para no sufrir, pero entonces me di cuenta que dentro de ese cubo no tenía espacio para volar. Tengo una marca, un sello que me puse al nacer, el llegar lejos... No es como naces, es lo que haces con ello. Yo por suerte nací soñadora y he sabido aprovecharlo, haciendo el ridículo cada día de mi vida, con orgullo y una sonrisa en mi rostro. 

Contratiempos.

Hola lectores, sé que tengo tiempo sin pasarme por aquí y sé que los que me leen seguido quieren saber que pasa en la onomatopeya, la realidad es que estoy pasando por una seria crisis imaginativa, podrán notarlo en varias de mis últimas entradas, por esta razón voy a cancelar "La onomatopeya del silencio" hasta que esta esté escrita y al nivel de mis expectativas.  Además de mi crisis he tenido contratiempos (tanto escolares como de salud) y fuertes depresiones estos días.  Espero que entiendan la razón de que detenga la onomatopeya y que comprendan que dejaré de escribir tan seguido, pero aquí estaré.  Soy Shelly, la más bohemia de todas, agradezco su comprensión... 

Es cosa de estrellas.

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Cuando era pequeña mi abuela me decía que no se podían contar las estrellas porque si contabas la tuya... morirías, de aquí sale esta historia.  Victoria y Mauricio llevaban dos años de novios, ella tenía diecisiete y el diecinueve cuando a ella le detectaron leucemia, parecía que su vida y toda su relación se había ido abajo.  Una noche Mauricio decidió subir al tejado a ver las estrellas con Victoria... -Contemos las estrellas...-  Dice ella con lágrimas en los ojos. -¿Por qué?- -Mi abuela decía que si cuentas la tuya mueres ¿Quieres morir conmigo?- Su voz se cortaba por el llanto. -Moriré contigo si eso te hace sentir mejor.- Y comenzaron a contar las estrellas....  -204, creo que es mi estrella. Te espero del otro lado- Dijo Victoria mirando a Mauricio al cual le pareció un juego tonto para hacerla sentir mejor, acto seguido, Victoria deja de respirar. Pasó el tiempo y Mauricio aún no lo podía creer, una noche diez años después estaba Mauricio sin camisa y en jeans fuma