El día de.

“El día de” Susana se levantó a la misma hora de siempre, un par de minutos antes de que sonara la alarma de su teléfono, estaba mirando al techo y al sonar, la apagó y caminó al baño.

Como cada día, tomó una ducha, desayunó y se arregló el cabello para irse a trabajar, el primer evento extraño sucedió en el metro.

Estaba bastante lleno, era hora pico, pero sorprendentemente consiguió un asiento vacío, se sentó, justo frente a ella, había una mujer sentada, era rubia y muy blanca, tenía profundos ojos azules y la miraba con una sonrisa.

Susana intentó desviar la mirada, la mujer parecía amable pero algo en su sonrisa la inquietaba, pero a pesar de que intentaba mirar a otro lado, no podía evitar volver a mirar a la mujer, que seguía sonriéndole, casi sin parpadear.

Su teléfono sonó, ella saltó en su asiento y empezó a buscar en su bolso.

-¿Hola?- Murmuró, y al levantar la vista, la mujer ya no estaba.

-¡Dios santo! Hola, estás bien. - Era Melissa, su compañera de oficina.

-¿Por qué no estaría bien? Ya estoy a dos estaciones. - 

-Perdón, una extraña coincidencia, te espero. - Y colgó antes de que Susana pudiera preguntar.

Melissa tenía fama de ser exagerada, así que Susana no le dio demasiada importancia, sin embargo, se quedó con una sensación incómoda, no entendía a dónde se había ido la mujer que la miraba, porque el metro no había hecho ninguna parada, la buscó con la mirada, pero no la encontró, no le dio más importancia.

Cuando llegó a la oficina Melissa se levantó a saludarla con un abrazo, parecía afectada.

-¿Está todo bien? ¿Pasó algo? - Preguntó Susana confundida.

-Una tontería que he visto en el periódico, me asuste, pero sólo fue una coincidencia un poco aterradora. - Dijo entregándole un periódico que Susana desdobló.

En memoria de

Susana Beatriz Saltillo Córdoba 

Amada hija, hermana y amiga.

Que este viernes 28 de Octubre fue recibida en los brazos del señor, nuestras más sinceras condolencias a sus familiares y amigos.

Susana palideció un poco, demasiada coincidencia, pensó, esta persona había tenido exactamente su mismo nombre y apellidos, con un nudo en el pecho le devolvió el periódico a su amiga y se sentó en su escritorio para empezar a trabajar.

Estuvo nerviosa todo el día, en especial porque recibió un par de llamadas de familiares y amigos que todavía leían el periódico para preguntar si estaba bien, incluso su madre la llamó, preocupada y llorando, porque alguno de sus familiares y vecinos habían ido a darle sus condolencias.

-Ya te dije, mamá, una desafortunada coincidencia.- Respondió por milésima vez sin dejar de teclear en la computadora.

-De todas formas cuídate mucho hija, tengo una sensación horrible en el pecho. - 

-Mmmmj, te llamo al volver a casa.- 

Colgó sin esperar respuesta de su madre y siguió trabajando.

A su hora de almuerzo no quiso ir con Melissa al comedor, si alguien más le hacía un comentario sobre su obituario, o bueno, el obituario de la otra Susana, iba a perder los nervios, así que se quedó en la oficina revisando su Facebook.

Una noticia la hizo palidecer.


ESTE VIERNES TERRIBLE HECHO DEJA UNA MUJER MUERTA, TODAVÍA NO SE SABE QUIEN PODRÍA SER EL ASESINO.

Este viernes 28 de Octubre en horas de la madrugada el cuerpo de Susana Beatriz Saltillo Córdoba de veinticinco años de edad fue encontrado sin vida en el departamento que rentaba en el centro de la ciudad.

No se tienen indicios de qué podría haber sucedido ya que la occisa vivía sola y según sus vecinos no tenía muchos amigos, aunque era una persona amable y respetada en su comunidad que no parecía tener problemas con nadie.

Se descarta un robo, pues no se forzaron las cerraduras y en su casa se encontraron objetos de valor, dinero y joyas.


Susana empezó a hiperventilar.

-Es una coincidencia… - Comenzó a susurrar una y otra vez caminando a la ventana, la abrió y comenzó a respirar profundo, de repente, al mirar hacia abajo, una mujer de cabello castaño la miraba desde el estacionamiento, con una sonrisa.

La puerta la sacó de su pánico.

- Te asusté. - Dijo Amanda, una de sus compañeras de trabajo.

Amanda era nueva en la oficina, había llegado hacia un par de semanas y trabajaba en otro departamento, Susana la había conocido en el ascensor y se hicieron buenas amigas, era simpática.

- Amanda, hola… - Susurró asustada, - No, no, sólo… ha sido un día extraño, han pasado algunas coincidencias bastante inquietantes… -

Amanda la miró con una leve sonrisa, pero no dijo nada.

-¿Necesitas algo? - Preguntó Susana incómoda.

-No, no fuiste a comer y me sorprendió. - Dijo mirando a su al rededor.

-Ah, eso… salió un obituario en el periódico y… esta mujer tiene el mismo nombre y apellidos que yo, no quería más personas comentando sobre eso. - Murmuró jugando con sus dedos.

-Ví la noticia en Facebook. - Aceptó Amanda, sin cambiar su semblante.

-¿No es extraño? - Preguntó ella escéptica.

Amanda se encogió de hombros. - Pasan cosas extrañas todos los días… -

Susana asintió levemente, se estaba sintiendo incómoda, nunca le había pasado en los días que llevaba conociendo a Amanda pero algo en su actitud actual la inquietaba, volteó a mirar por la ventana, ahí seguía la mujer de cabello castaño, mirando con una sonrisa.

-¡Mira! Esto me tiene los pelos de punta… - Dijo nerviosa.

-¿Con quién hablas? -

Susana dio un salto, Amanda ya no estaba, en su lugar, Melissa entraba con su almuerzo.

-Amanda, ella… estaba aquí hace un momento. - 

Melissa pareció confundida. -¿Amanda? - 

-Es nueva, es una chica de marketing…- volvió a mirar por la ventana, la mujer ya no estaba.

-Ya… claro. Te ves nerviosa ¿estás bien? - Preguntó acercándose a la ventana.

Susana la miró grave, de repente no estaba bien, de repente algo en todo esto le olía bastante mal.

-Alguien me persigue… creo.- Susurró.

-¿De qué hablas? - Preguntó Melissa frunciendo el ceño.

-Esta mañana había una mujer en el metro mirándome y hace un momento había otra ahí en el parking, mirando hacia acá. - 

Melissa miró por la ventana pero no había nada.

-Susie, creo que deberías irte a descansar, mira, vi una publicación en Facebook y si yo fuera tu estaría demasiado aterrada con esta casualidad, entiendo que estés nerviosa, es una coincidencia perturbadora… -

Susana asintió levemente, tenía razón, esta situación absurda la estaba sacando un poco de su zona de confort, tomó sus cosas y fue a marcar su salida.

En la entrada del edificio volvió a encontrar a Amanda.

-¿A donde fuiste? Me dejaste hablando sola. - Le dijo.

-Dejé algo en mi oficina, lo siento ¿vas a casa? - Respondió simplemente.

-Si, no me siento bien… -

-Bien, descansa… - 

Susana sonrió y comenzó a caminar, la escuchó hablar.

-Nos vemos por la noche. -

Volteó a verla.

-¿Qué dijiste? - Preguntó.

Amanda se giró con su distintiva sonrisa.

-Que descanses… - 

-Después de eso… dijiste que nos veíamos por la noche. -

-¿Por la noche? No, no dije nada, tengo algo que hacer por la noche. - Respondió y soltó una dulce carcajada.

-Ah… bien, lo siento, hasta mañana. -

Amanda sonrió más ampliamente.

-Adiós, Susana…- Respondió.

En el metro, Susana estaba nerviosa, miraba hacia todos lados, pero nadie parecía prestarle atención, llegó a casa y se sentó asustada en el sofá, todo aquello parecía bastante sospechoso, algo no andaba bien, empezaba a pensar que esto no era ninguna casualidad.

El intercomunicador de su casa sonó.

-¿Si? - 

-Entrega para Susana Saltillo. -

Susana apretó el botón. - Déjelo en mi puerta. -

Comenzó a preparar un café, tocaron la puerta y ella se asomó por la mirilla, vio al mensajero alejarse al ascensor, no podía ver qué había dejado así que abrió.

Una corona de flores cayó pesadamente a sus pies, Susana soltó un grito.

Esto era demasiado, estaba perdiendo los nervios, lloraba presa del pánico, la puerta de su vecino de enfrente se abrió.

- Susana… ¿qué pasa? ¿estás bien? - Se acercó para ayudarle a entrar, juntos se sentaron en el sofá.

- Estoy viva, estoy viva… - Decía ella una y otra vez.

- ¿Qué ocurre? - 

- Alguien me está jugando una broma pesada, Andrés, alguien quiere enloquecerme. - - ¿Esto es por lo de anoche? - Preguntó.

- ¿Anoche? - Susana palideció.

- Escuché ruidos fuertes, alguien gritaba, toqué tu puerta pero nadie abrió así que llamé, contestaste y dijiste que todo estaba bien pero… no sé, estuvo extraño. -

Susana palideció - No sé de qué hablas… -

-¿A qué te refieres? - 

- Anoche llegue y me acosté a dormir, luego simplemente… me levante esta mañana. - Susana parecía quedarse sin aire.

- Susana, escuché gritos, te llamé y dijiste que estabas bien que estabas discutiendo con tu amiga pero que todo estaba bien. - 

- No, Andrés ¿qué amiga? -

- No lo se, eso dijiste, luego no escuché nada más. - 

Susana lloraba en silencio. -Algo está mal, Andrés. - 

Él frunció el ceño -¿Quieres que te lleve al hospital? -

Susana negó.

-No, no… esto es… es una broma, una broma de mal gusto. - Susurró. - No quiero estar sola. -

-Puedo quedarme por un rato.- 

Susana asintió, Andrés le sirvió café, le puso una cobija en las piernas y se quedó con ella hasta que se durmió.

Se despertó dos horas después por un golpe fuerte, sobresaltada.

Parecía un choque, el golpe venía de afuera, Andrés no estaba ahí pero la puerta estaba semi abierta, había una nota en la mesa. “Fui por la cena”

Susana se asomó por la ventana, había un choque, justo al frente, habían atropellado a alguien, intentó mirar entre la gente, las personas lloraban, asustadas, alguien llamó a la ambulancia.

Alcanzó a ver el cuerpo sin vida de Andrés, a su lado, una mujer pelirroja miraba hacia su ventana con una sonrisa.

Susana entró en pánico, comenzó a gritar sin parar, no entendía que estaba pasando, empezó a correr escaleras abajo, hasta que chocó de frente con alguien, era Amanda.

- Calma… - Susurraba Amanda, sin borrar su sonrisa. 

- Amanda, Dios mío, Andrés está muerto, alguien me persigue, alguien me busca… - Susana hablaba rápido, entre llanto, sin poder respirar.

Amanda sonrió más ampliamente, lo último que vio, fue como le soplaba un polvo en su cara.

La montaron a una camilla, estaba tapada hasta la coronilla, escuchó decir que estaba muerta, pero no podía hablar, su cuerpo no respondía, presa del pánico, sintió que perdió el conocimiento varías veces, de repente, no había nada.

Había sido como quedarse dormida, escuchaba personas llorar, gritos, voces conocidas.

- Tranquila, no durará mucho… - Era Amanda.

La enterraron, y luego la desenterraron, y un momento después, alguien abrió su boca y vertió algo.

Susana abrió sus ojos, pero ya no era Susana, una sonrisa adornaba su rostro.

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