Florecen los apamates.
Volvieron al verde los bucares,
y florecieron los apamates,
y nosotros, amor mío,
seguimos sin poder tocarnos.
El tiempo es un dictador,
hace lo que le viene en gana,
me tiene como su esclava,
a merced de su correr.
A veces va demasiado lento,
es tortuoso, deshonesto,
porque cuando miro al cielo,
es de noche ya otra vez.
Y con la cama vacía,
y la noche sin estrellas,
se me va la vida mía,
queriendo volverte a ver.
Otra vez tus ojos rojos,
aparecen en mis sueños,
brillan como el caramelo,
me recuerdan el ayer.
Cuando tú mano y mi pecho,
se encontraban noche a noche,
compartiendo más que el lecho,
la vida, el pan y los sueños.
Pero algo me dice, vida mía
que otra vez estaré un día,
murmurando entre tus piernas,
versos lleno de alegría.
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