Un tabaco y un saxofón.
París... ahí estaba yo, sentada, en la barra de aquel bar, con un vestido negro y zapatos rojos, una boa que combinaba con los zapatos bordeaba mi cuello, un sombrero que no dejaba ver mis ojos... fumando un cigarrillo y bebiendo un trago, sola, recordando mis desdichas. Entonces entró un hombre de traje negro... en su sombrero elegante con una pluma, en su mano derecha un tabaco y en la izquierda... un saxofón. Lo miraba desde la barra, subió al escenario, dejó su tabaco y comenzó a tocar el instrumento, aquel sonido recorrió mi cuerpo, me estremeció y me levanté de mi silla, aún con mi cigarrillo en la mano, me paré justo frente al escenario me quité mi sombrero, y dejé caer mis rizos dorados sobre mis hombros, y me dejé llevar por aquella melodía de los Dioses, bailaba al son de aquella música, entonces el hombre paró de tocar, se quitó su sombrero dejando ver su cabellera negra, se acercó a mí y besó mi mano, me miró a los ojos y en ese momento sólo estábamos él y yo en aquel bar