Mi vena histórica se encuentra a mi vena romántica.

Siempre tuve una extraña fascinación por Adolf Hitler, desde que tengo memoria, ese cruel y metódico hombre me genera muchísima curiosidad, aquel joven cabo del ejército Alemán, que tras la cruda derrota de su madre patria sintió que debía devolverle lo que era suyo por derecho. -Honor a quién honor merece- 
Sinceramente, la historia de Alemania está llena de ironías, para empezar, mientras luchaba en la primera guerra mundial, le pareció una buena idea financiar la Revolución de un joven Lenin, sí, ese Lenin que junto a Stalin convirtió a Rusia en la madre del comunismo, aquella Rusia que dejó a Alemania por los suelos en 1945. 
Después, a cierto cabecilla del ejército Alemán, le pareció prudente enviar a un pobre diablo sin rumbo -El joven Adolf- a espiar a un pequeño grupo de trabajadores, un puñado de hombres que tenían la certeza de que les habían arrebatado la guerra, el destino ató cabos, y Hitler terminó enamorándose de aquella maravillosa creencia, de luchar por lo que les quitaron, así fue como el Señor Adolf Hitler, se hizo, primero jefe de propaganda, y luego, cabecilla de aquel pequeño grupo al que quiso llamar Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, si, los Alemanes mandaron a Hitler a la victoria, casi, casi le compraron el puesto de Führer. 
Dándole vueltas a la vida de Hitler, y después de haber leído su obra (Mein Kampf) Comencé a preguntarme qué pasaba en esa cabeza fría y adornada con un bigote peculiar (Que no le fue muy útil en la primera guerra)
Pues resulta que de darle vueltas al asunto, mi vena histórica chocó estrepitosamente con mi vena romántica, y comencé a hacerme la idea de que Hitler quizá estaba locamente enamorado, era un sensible artista frustrado, amante eterno de su madre patria, quizás pasaba las tardes anhelando volver a sus tiempos de artista, tal vez Hitler siempre quiso prosperar como pintor, tal vez todo es culpa de la Academia de Artes de Viena.
Quizás Hitler también era un romántico, y toda esa tenacidad, toda aquella inteligencia y pasión que lo llenaban, fueron a desembocar en la razón incorrecta, tal vez la tragedia fue sólo el producto de un deseo reprimido. 
O tal vez sólo era un cabrón egoísta. ¿Quién sabe?


Vamos, que tiene más cara de artista reprimido que de genocida. Lástima.

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