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Mostrando entradas de junio, 2016

Lo dijo el León.

"queridos enemigos de siempre  hoy dejo este mundo de dolor  nunca se olviden  que el llanto de la gente  va hacia el mar. "   Podía verlos a todos llorar su muerte, como una sola voz, como un solo llanto detrás del féretro, los oficiales miraban desde los bordes con sus inmutables rostros perlados de sudor, yo aún no podía procesarlo, tragué en seco. Cuando llegamos al cementerio un poeta recitó unas palabras, con voz profunda y grave, no recuerdo lo que dijo, escuché las palabras "pueblo" y "camarada". Cuando terminó todos alzaron un puño en el aire "presente, hoy y siempre" los escuché decir en voz alta. Los guardias se habían quedado fuera del cementerio, miré a los lados como las personas se iban luego de echar un puñado de tierra sobre el féretro y cuando me quedé sola, acompañada nada más que por los trabajadores del cementerio miré la lápida con su nombre y su apodo grabado: "El León", no pude evitar sonreír. -Queridos ene

Salté.

Suelo hacerme este tipo de preguntas, y la cabeza me da vueltas, vueltas, vueltas, vueltas ¡Y se detiene de un golpe! Y yo me quiero bajar.  Estoy en un punto donde no hay nada que pueda hacer, y miro al abismo, y miro el camino, y miro al abismo, y el abismo parece tan apetitoso... lanzarse ¡zas! y caeeeeeeeer, y seguir cayendo, y terminar cayendo para arriba como Alicia. No sólo no hay nada que pueda hacer, es que ya no hay nada que quiera hacer, así que me dejo llevar, y lo miro de reojo, y lo miro de reojo, y lo miro de reojo, pero la verdad es que él ya no está ahí así que no sé qué es lo que veo. A veces me pasa que cuando veo algo dañado quiero arreglarlo, pero de repente veo que no tiene arreglo, y me frustro, y grito ¿por qué no puedo arreglarlo? Yo, yo que todo lo reparo. Suelo hacerme ese tipo de preguntas y la cabeza me da vueltas, y no se detiene, y la pregunta queda ahí, vacía y sin sentido, volando de un lado a otro, y a veces regresa apresurada y yo sacudo la cabeza

Cuenta cuántos.

Me pregunté una, dos, tres veces si podía, y dije una, dos, tres veces que sí, y puedo, la verdad es que he podido durante uno, cinco, quince, veinte días, los he contado, como cuando estás preso, que cuentas los días, pero yo no me siento presa, me siento libre, vacía pero llena, pero vacía al fin. Me he tomado una, dos, tres, cuatro cervezas, las cuento y las anoto, rayitas en una hoja de mi cuaderno, y me río, no porque esté ebria sino porque es gracioso -gracioso triste, no gracioso gracioso- como me he vuelto tan... ¿impersonal? Sí, impersonal. Es graciosa -graciosa triste- la forma en que últimamente sólo me preocupo por mí. Me pregunté una, dos, tres veces -al día- si estaba bien preocuparme sólo por mí, y me respondí una -sólo una- que sí, que está bien, que estoy bien preocupándome por mí, al final hay mucho aquí por lo que preocuparse. Cinco, seis, siete cervezas, anoto, sonrío, es gracioso -gracioso gracioso- que me sienta tan feliz de estar sola, cuando por un momento me

Al padre que nunca tuve.

Durante años he aprovechado el día del padre para comparar, para ver mis redes sociales tapizadas con fotos de mis amigos y sus padres, cuando estaba más pequeña pasaba el día llorando, le preguntaba a mi mamá ¿Por qué? ¿Por qué no me quería? ¿Qué había hecho yo, tan pequeña, para recibir tal indiferencia? La verdad es que yo no hice nada, pero suelo echarme la culpa.  Creciendo dejé la tristeza y esta fue suplantada por la rabia, me había respondido yo misma la pregunta que hacía a mi madre ¿Por qué? Porque así era mi padre, un cobarde que huía de los problemas.  De un par de años para acá, la tristeza y la rabia han sido desplazadas para dar paso a la indiferencia, la verdad es que nunca necesité un padre, y si lo extrañé fue solamente porque pensé que mi relación con él podría ser como la de mis amigas y sus padres, pero la verdad es que nunca sería así. Ahora no estoy triste por mí, estoy triste por él, porque es él quién se perdió mis primeras palabras, mis risas, mis rabietas,

Estoy cansada.

Estoy cansada. Estoy cansada de las miradas vacías,  de las caras cansadas,  estoy cansada de los corazones rotos, de los gritos ahogados,  de los "te amo" que no se dicen,  estoy cansada de sentir y no sentir. Estoy cansada de mirarte vacío y distante,  estoy cansada de no poder decir todo,  de no poder gritar lo que siento,  estoy cansada de no poder porque no tengo el valor,  estoy cansada de estar cansada. Estoy cansada de las risas de mentira,  de correr para drenar,  de decir "no estoy cansada". Estoy cansada de las caras pálidas,  de los gritos rabiosos,  de las lágrimas de impotencia,  de las lágrimas de rabia,  de las lágrimas de tristeza, de las lágrimas en general. Estoy cansada. Estoy cansada de ver el tiempo pasar, de verte y sonreír,  de no poder besarte. Estoy cansada de hacer el nudo, y deshacerlo, y hacerlo, y poner el dedo en el gatillo, y quitarlo, y ponerlo. No sé lo que quiero, pero sé lo que me conviene.