Al padre que nunca tuve.
Durante años he aprovechado el día del padre para comparar, para ver mis redes sociales tapizadas con fotos de mis amigos y sus padres, cuando estaba más pequeña pasaba el día llorando, le preguntaba a mi mamá ¿Por qué? ¿Por qué no me quería? ¿Qué había hecho yo, tan pequeña, para recibir tal indiferencia? La verdad es que yo no hice nada, pero suelo echarme la culpa.
Creciendo dejé la tristeza y esta fue suplantada por la rabia, me había respondido yo misma la pregunta que hacía a mi madre ¿Por qué? Porque así era mi padre, un cobarde que huía de los problemas.
De un par de años para acá, la tristeza y la rabia han sido desplazadas para dar paso a la indiferencia, la verdad es que nunca necesité un padre, y si lo extrañé fue solamente porque pensé que mi relación con él podría ser como la de mis amigas y sus padres, pero la verdad es que nunca sería así.
Ahora no estoy triste por mí, estoy triste por él, porque es él quién se perdió mis primeras palabras, mis risas, mis rabietas, fue él quién se perdió mis triunfos y mis derrotas, fue él quién se perdió mi emoción cuando entré a la universidad y es él quién se pierde las batallas que he luchado contra la vida, me he apoyado en otras personas, he admirado a otros hombres, he besado otras mejillas ásperas y él se lo ha perdido, y no ha estado ahí para ponerse celoso.
Es él quién se pierde los conciertos de mi hermana, que es toda una artista, es él quién se pierde la pasión en su cara cuando toca, y lo bonito que se mueven sus labios cuando canta, es él quién se pierde vernos crecer.
No sabe que estoy más grande, que ya soy una mujer, no sabe que ya no lloro por él, que ahora lloro otros males, no sabe que amo lo que hago, no sabe que soy incansable y luchadora, no sabe que tengo principios y creencias que me mueven, pero no importa, porque nada de esto fue por él.
No sé si puedo decir que lo perdoné, pero tampoco sé si tengo algo que perdonarle.
Creciendo dejé la tristeza y esta fue suplantada por la rabia, me había respondido yo misma la pregunta que hacía a mi madre ¿Por qué? Porque así era mi padre, un cobarde que huía de los problemas.
De un par de años para acá, la tristeza y la rabia han sido desplazadas para dar paso a la indiferencia, la verdad es que nunca necesité un padre, y si lo extrañé fue solamente porque pensé que mi relación con él podría ser como la de mis amigas y sus padres, pero la verdad es que nunca sería así.
Ahora no estoy triste por mí, estoy triste por él, porque es él quién se perdió mis primeras palabras, mis risas, mis rabietas, fue él quién se perdió mis triunfos y mis derrotas, fue él quién se perdió mi emoción cuando entré a la universidad y es él quién se pierde las batallas que he luchado contra la vida, me he apoyado en otras personas, he admirado a otros hombres, he besado otras mejillas ásperas y él se lo ha perdido, y no ha estado ahí para ponerse celoso.
Es él quién se pierde los conciertos de mi hermana, que es toda una artista, es él quién se pierde la pasión en su cara cuando toca, y lo bonito que se mueven sus labios cuando canta, es él quién se pierde vernos crecer.
No sabe que estoy más grande, que ya soy una mujer, no sabe que ya no lloro por él, que ahora lloro otros males, no sabe que amo lo que hago, no sabe que soy incansable y luchadora, no sabe que tengo principios y creencias que me mueven, pero no importa, porque nada de esto fue por él.
No sé si puedo decir que lo perdoné, pero tampoco sé si tengo algo que perdonarle.
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