Catarsis.
Estaba cansada, agotada, es como si todo este tiempo, ella no hubiese estado viviendo su vida, sino viendo como su cuerpo se mueve y repite acciones día tras día, y ella sólo observara, demasiado perezosa para hacer nada, es como si estuviese dormida, un poco muerta en vida.
De repente era como si el mundo le quedaba demasiado pequeño, o la miseria demasiado grande. Le asqueaba el mundo, le asqueaba la gente que la rodeaba, le asqueaba sonreír, le asqueaba ser amable, y simplemente todo se cayó, y su buen humor se vio truncado por la realidad que aquejaba su alma y que finalmente decidió sacar al exterior, porque ella no tenía por qué fingir ser feliz, si se encontraba tan insatisfecha con el mundo.
Volvió a su cuerpo como si la hubiesen sumergido en una tina de agua fría, pero su cuerpo ahora era demasiado pesado, y su alma difícilmente podía sostenerlo, así que caminaba lento, hablaba rápido, reía demasiado fuerte, y decidió ser tal como le diera la gana.
No le importó sentirse sola, no le importó estar sola, porque quería volver a acomodarse en sí misma, es como si se hubiese desconocido y quisiera reconocerse, quisiera volver a tocarse, explorar su cuerpo, que aunque era el de siempre parecía nuevo, quería recordar qué deseaba, los anhelos de su corazón, las quejas que tenía su mente, las necesidades nuevas y las viejas, quería volver a sentirse dueña de sí misma, porque por un tiempo fue un robot que respondía con monosílabos, reía por reír, y no lloraba por miedo.
Lo primero que hizo fue llorar, lloró hasta que se vació y se dio cuenta que su cuerpo se sentía pesado por todas las lágrimas que guardaba, luego conversó consigo misma, frente al espejo, se dijo que era preciosa, que estaba en una muy buena condición física, pero que necesitaba ponerle pasión a las cosas, retomar el camino, volver a amar, comenzando por amarse.
Y luego de que se amó con todas sus fuerzas, luego de que revivió de entre los muertos, se dio cuenta que le hacían falta un par de brazos que la acogieran, un hombre guapo que la hiciera reír, la besara entre las risas y le hiciera el amor.
No, no lo necesitaba, pero lo quería.
Y lo quiere.
De repente era como si el mundo le quedaba demasiado pequeño, o la miseria demasiado grande. Le asqueaba el mundo, le asqueaba la gente que la rodeaba, le asqueaba sonreír, le asqueaba ser amable, y simplemente todo se cayó, y su buen humor se vio truncado por la realidad que aquejaba su alma y que finalmente decidió sacar al exterior, porque ella no tenía por qué fingir ser feliz, si se encontraba tan insatisfecha con el mundo.
Volvió a su cuerpo como si la hubiesen sumergido en una tina de agua fría, pero su cuerpo ahora era demasiado pesado, y su alma difícilmente podía sostenerlo, así que caminaba lento, hablaba rápido, reía demasiado fuerte, y decidió ser tal como le diera la gana.
No le importó sentirse sola, no le importó estar sola, porque quería volver a acomodarse en sí misma, es como si se hubiese desconocido y quisiera reconocerse, quisiera volver a tocarse, explorar su cuerpo, que aunque era el de siempre parecía nuevo, quería recordar qué deseaba, los anhelos de su corazón, las quejas que tenía su mente, las necesidades nuevas y las viejas, quería volver a sentirse dueña de sí misma, porque por un tiempo fue un robot que respondía con monosílabos, reía por reír, y no lloraba por miedo.
Lo primero que hizo fue llorar, lloró hasta que se vació y se dio cuenta que su cuerpo se sentía pesado por todas las lágrimas que guardaba, luego conversó consigo misma, frente al espejo, se dijo que era preciosa, que estaba en una muy buena condición física, pero que necesitaba ponerle pasión a las cosas, retomar el camino, volver a amar, comenzando por amarse.
Y luego de que se amó con todas sus fuerzas, luego de que revivió de entre los muertos, se dio cuenta que le hacían falta un par de brazos que la acogieran, un hombre guapo que la hiciera reír, la besara entre las risas y le hiciera el amor.
No, no lo necesitaba, pero lo quería.
Y lo quiere.
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