Aquí no se habla mal de Chávez.
"Aquí no se habla mal de Chávez."
Parece una frase salida de un Chavista Radical ¿Cierto? Bueno, supongo que así
fue.
Esta campaña iniciada por Diosdado Cabello me recuerda un par de cosas, primero, un extracto acerca de la tiranía que recomendó mi profesor de Derecho Penal, que consiste en un conversación entre Hierón y Simónides, acerca de la infelicidad del tirano, y me recuerda también, una anécdota que cuenta Laureano Márquez, sobre Carlos Soublette.
En primer lugar, me recuerda a esa conversación sobre la infelicidad del tirano, porque no imagino que tan infeliz debes ser, para tener que decretar que no se habla mal de alguien.
Digo, siendo una figura pública (especialmente una tan polémica) es totalmente normal que se hable de él (bien o mal) Y por otro lado, es muy relativo "hablar mal" de alguien ¿Está mal decir la verdad? ¿Cuál es la verdad? ¿Y las opiniones? ¿Qué hay de la libertad de expresión?
"Pueden decir lo que quieran, mientras sea bueno, de lo contrario, quitamos su señal del aire." Oops.
Dice Simónides, que es una ventaja para los tiranos que nunca les hacen falta cumplidos, aquello tan agradable de oír, pues todos a su al rededor los elogian y vitorean, y responde Hierón, "¿Y qué alegría crees tú que pueden dar los que no hablan mal, cuando estás seguro de que todos los que callan están pensando mal del tirano? ¿O qué alegría piensas tú que pueden dar los que prodigan elogios, cuando sospechas de que solo hacen sus elogios para adular?" Entonces, aunque funcionara esta campaña, y no se hablara más del Grandísimo, magnífico, maravilloso Comandante ¿Es acaso suficiente? Sabiendo que todos los que callan, están odiándole por dentro.
Por otro lado, recordé la anécdota que comentaba antes, y que he mencionado en otro post del blog, sobre Carlos Soublette, donde nos cuenta que cuando se escribió "Excelentísimo señor" una obra de teatro donde satirizaban al presidente, Soublette citó al escritor -Francisco Robreño- y le hizo leerle su obra, al terminar, le dijo: "Veo efectivamente que usted se burla de mí, pero le voy a ser honesto: esperaba mucho más." Agregando "Vaya y monte su obra, que Venezuela no se ha perdido ni se perderá, porque el pueblo se burle de su presidente, sino cuando el presidente se burle de su pueblo."
En efecto, la República no se ha perdido ni se perderá porque nos burlemos del Presidente, ni porque hablemos mal de él.
¿Se estará perdiendo porque somos nosotros los burlados?
Esta campaña iniciada por Diosdado Cabello me recuerda un par de cosas, primero, un extracto acerca de la tiranía que recomendó mi profesor de Derecho Penal, que consiste en un conversación entre Hierón y Simónides, acerca de la infelicidad del tirano, y me recuerda también, una anécdota que cuenta Laureano Márquez, sobre Carlos Soublette.
En primer lugar, me recuerda a esa conversación sobre la infelicidad del tirano, porque no imagino que tan infeliz debes ser, para tener que decretar que no se habla mal de alguien.
Digo, siendo una figura pública (especialmente una tan polémica) es totalmente normal que se hable de él (bien o mal) Y por otro lado, es muy relativo "hablar mal" de alguien ¿Está mal decir la verdad? ¿Cuál es la verdad? ¿Y las opiniones? ¿Qué hay de la libertad de expresión?
"Pueden decir lo que quieran, mientras sea bueno, de lo contrario, quitamos su señal del aire." Oops.
Dice Simónides, que es una ventaja para los tiranos que nunca les hacen falta cumplidos, aquello tan agradable de oír, pues todos a su al rededor los elogian y vitorean, y responde Hierón, "¿Y qué alegría crees tú que pueden dar los que no hablan mal, cuando estás seguro de que todos los que callan están pensando mal del tirano? ¿O qué alegría piensas tú que pueden dar los que prodigan elogios, cuando sospechas de que solo hacen sus elogios para adular?" Entonces, aunque funcionara esta campaña, y no se hablara más del Grandísimo, magnífico, maravilloso Comandante ¿Es acaso suficiente? Sabiendo que todos los que callan, están odiándole por dentro.
Por otro lado, recordé la anécdota que comentaba antes, y que he mencionado en otro post del blog, sobre Carlos Soublette, donde nos cuenta que cuando se escribió "Excelentísimo señor" una obra de teatro donde satirizaban al presidente, Soublette citó al escritor -Francisco Robreño- y le hizo leerle su obra, al terminar, le dijo: "Veo efectivamente que usted se burla de mí, pero le voy a ser honesto: esperaba mucho más." Agregando "Vaya y monte su obra, que Venezuela no se ha perdido ni se perderá, porque el pueblo se burle de su presidente, sino cuando el presidente se burle de su pueblo."
En efecto, la República no se ha perdido ni se perderá porque nos burlemos del Presidente, ni porque hablemos mal de él.
¿Se estará perdiendo porque somos nosotros los burlados?
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