Te amo.
-Déjame en paz.- Dijo ella mirando al suelo.
-Ese es tu problema, siempre quieres que te dejen en paz ¿No lo notas, Prudence? ¿No te das cuenta que cada vez que te dejo en paz te rompes un poco más?
-¡Exacto! ¡Estar rota es MI problema! ¡Mío! ¡Theo, acabas de decirlo! ¡Eres un...!
-¡¿Un qué?!-
-¡UN IMBÉCIL!-
-¡Pues tú eres pusilánime! ¡Y huraña! ¡Y te encierras en ti misma!-
-¡NO VEO PORQUÉ TE IMPORTA!-
-¡PORQUE TE QUIERO FUERA! ¡JODER! ¡QUIERO QUE SALGAS Y QUE SEAS MÍA! ¡Y QUE VEAS EL MUNDO! ¡Te quiero!-
Prudence se quedó callada, no podía contra eso, no sabía que responder, por primera vez, ella, no tenía nada que decir, bajó la mirada.
-No, no te atrevas a hacer eso. No bajes la mirada, joder, Prudence no te rindas... tu siempre tienes algo que decir, así me duela, vamos, dilo.
Ella negó suavemente.
-Dilo.- La seriedad de Theo la intimidaba, se mordió el labio y con los ojos llenos de lágrimas lo miró.
-Te odio.-
-Te amo.-
Su palma, fina y pálida, impactó contra la mejilla del chico.
-No me hagas sentir peor.- Le dijo señalándolo.
-Te amo.-
Prudence gritó ¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué ella lo hacía todo mal y él seguía ahí? Lo golpeo en el pecho, una y otra vez, y cuando se cansó, no de golpearlo, sino de todo, lo abrazó, y lloró en su pecho, lloró hasta que lo sacó todo.
-Soy una idiota.- Susurró.
-Te amo, Prudence. Te amo.-
Ella asintió, pero él sabía que también lo amaba, sólo que le costaba tanto decir las cosas que de verdad sentía, las que sentía muy dentro...
-Ese es tu problema, siempre quieres que te dejen en paz ¿No lo notas, Prudence? ¿No te das cuenta que cada vez que te dejo en paz te rompes un poco más?
-¡Exacto! ¡Estar rota es MI problema! ¡Mío! ¡Theo, acabas de decirlo! ¡Eres un...!
-¡¿Un qué?!-
-¡UN IMBÉCIL!-
-¡Pues tú eres pusilánime! ¡Y huraña! ¡Y te encierras en ti misma!-
-¡NO VEO PORQUÉ TE IMPORTA!-
-¡PORQUE TE QUIERO FUERA! ¡JODER! ¡QUIERO QUE SALGAS Y QUE SEAS MÍA! ¡Y QUE VEAS EL MUNDO! ¡Te quiero!-
Prudence se quedó callada, no podía contra eso, no sabía que responder, por primera vez, ella, no tenía nada que decir, bajó la mirada.
-No, no te atrevas a hacer eso. No bajes la mirada, joder, Prudence no te rindas... tu siempre tienes algo que decir, así me duela, vamos, dilo.
Ella negó suavemente.
-Dilo.- La seriedad de Theo la intimidaba, se mordió el labio y con los ojos llenos de lágrimas lo miró.
-Te odio.-
-Te amo.-
Su palma, fina y pálida, impactó contra la mejilla del chico.
-No me hagas sentir peor.- Le dijo señalándolo.
-Te amo.-
Prudence gritó ¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué ella lo hacía todo mal y él seguía ahí? Lo golpeo en el pecho, una y otra vez, y cuando se cansó, no de golpearlo, sino de todo, lo abrazó, y lloró en su pecho, lloró hasta que lo sacó todo.
-Soy una idiota.- Susurró.
-Te amo, Prudence. Te amo.-
Ella asintió, pero él sabía que también lo amaba, sólo que le costaba tanto decir las cosas que de verdad sentía, las que sentía muy dentro...
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