EnseñándoMe.
Recordando, siempre recordando.
El problema con los recuerdos felices, es que dejan de ser felices, en cambio, los malos recuerdos, serán siempre tristes.
Me gustan los recuerdos, me gusta recordar quién fui y sonreír, me gusta saber que me he perdido y me he encontrado tantas veces que ya no las recuerdo absolutamente todas, pero recuerdo algunas.
Me he perdido en mí misma, pero me he encontrado en el arte, me he encontrado en el paisaje, me he perdido acompañada, y me he encontrado estando sola.
Me he perdido en la soledad, que me gusta, y me pierdo sin saberlo. Y me he encontrado en su compañía, que sé que me gusta.
Pero lo mejor de encontrarse, es cuándo te encuentras en ti mismo.
Recuerdo cada cosa que he vivido, cuando me he arrepentido de cada error que he cometido, y ahora pienso... no me arrepiento de nada.
Cada bache, cada paso, cada error y cada problema me han hecho ser quién soy hoy, y me gusta quién soy, me siento orgullosa de mí misma aunque hay muchas cosas que quiero cambiar, pero tengo toda mi vida, y cada día para ser mejor persona.
Ayer aprendí a respetarme a mí misma, porque ahí comienza el respeto a los demás y el amor propio.
Recuerdo cada valor que he aprendido, el trabajo duro, la tolerancia, la paciencia, la solidaridad, la humildad, el valor, la astucia, el respeto mismo... y aunque carezco de algunos de ellos, eso me hace sentir orgullosa, porque sé que me falta mucho por aprender.
Más que el valor del dinero, debemos aprender el valor de un libro, el valor del conocimiento, el valor del amor y de la compañía, porque el dinero está en todos lados, en cambio, un verdadero amigo no se consigue en cualquier parte, pero sobretodo, debemos aprender el valor de un abrazo sincero, porque en el camino de la vida, pueden haber largos períodos de soledad, y quién no aprecia un abrazo sincero no podrá guardar ese hermoso recuerdo en su corazón.
Cada día es una potencial oportunidad de ser mejor persona, y aunque me considero un individuo con demasiados defectos, me alegra saber que puedo mejorarlos.
No se nos dio el don de la perfección, pero se nos dio el don de poder trabajar por conseguir el equilibrio. Una vida equilibrada, sin ataduras a lo material, y apreciando lo espiritual es una vida feliz, alegre, y un gozo eterno.
La rabia, el miedo, la tristeza... son grilletes que te atan y no te dejan volar, y esas cosas sólo hacen que vivas un martirio superfluo.
Recuerda irte a la cama, y agradecer, no necesariamente a Dios, sino a la vida, cualquier cosa que te haya pasado, no te estreses, todo está fríamente calculado, cada bendición debe ser agradecida, y de cada experiencia desagradable debemos sacar una enseñanza.
Deja de decir que quieres cambiar el mundo, comienza por cambiarte a ti mismo, por ser cada día mejor, por superarte, porque tu único contrincante es la persona que ves en el espejo. Si vives por superar a los demás, buscarás sólo la desdicha, si vives, en cambio, por superarte a ti mismo, podrás demostrarte que puedes contra todo.
La vida, cada día nos enseña que podemos ser mejores, en cada pequeño detalle hay un valor presente, y debemos encontrarlo, tener paciencia y trabajar no sólo para construir un mundo mejor, sino para construirte a ti mismo como individuo.
Así que cuando estés recordando y te entristezcas por algún recuerdo amargo, piensa que sacaste de eso, y disfrútalo, saborealo.
El problema con los recuerdos felices, es que dejan de ser felices, en cambio, los malos recuerdos, serán siempre tristes.
Me gustan los recuerdos, me gusta recordar quién fui y sonreír, me gusta saber que me he perdido y me he encontrado tantas veces que ya no las recuerdo absolutamente todas, pero recuerdo algunas.
Me he perdido en mí misma, pero me he encontrado en el arte, me he encontrado en el paisaje, me he perdido acompañada, y me he encontrado estando sola.
Me he perdido en la soledad, que me gusta, y me pierdo sin saberlo. Y me he encontrado en su compañía, que sé que me gusta.
Pero lo mejor de encontrarse, es cuándo te encuentras en ti mismo.
Recuerdo cada cosa que he vivido, cuando me he arrepentido de cada error que he cometido, y ahora pienso... no me arrepiento de nada.
Cada bache, cada paso, cada error y cada problema me han hecho ser quién soy hoy, y me gusta quién soy, me siento orgullosa de mí misma aunque hay muchas cosas que quiero cambiar, pero tengo toda mi vida, y cada día para ser mejor persona.
Ayer aprendí a respetarme a mí misma, porque ahí comienza el respeto a los demás y el amor propio.
Recuerdo cada valor que he aprendido, el trabajo duro, la tolerancia, la paciencia, la solidaridad, la humildad, el valor, la astucia, el respeto mismo... y aunque carezco de algunos de ellos, eso me hace sentir orgullosa, porque sé que me falta mucho por aprender.
Más que el valor del dinero, debemos aprender el valor de un libro, el valor del conocimiento, el valor del amor y de la compañía, porque el dinero está en todos lados, en cambio, un verdadero amigo no se consigue en cualquier parte, pero sobretodo, debemos aprender el valor de un abrazo sincero, porque en el camino de la vida, pueden haber largos períodos de soledad, y quién no aprecia un abrazo sincero no podrá guardar ese hermoso recuerdo en su corazón.
Cada día es una potencial oportunidad de ser mejor persona, y aunque me considero un individuo con demasiados defectos, me alegra saber que puedo mejorarlos.
No se nos dio el don de la perfección, pero se nos dio el don de poder trabajar por conseguir el equilibrio. Una vida equilibrada, sin ataduras a lo material, y apreciando lo espiritual es una vida feliz, alegre, y un gozo eterno.
La rabia, el miedo, la tristeza... son grilletes que te atan y no te dejan volar, y esas cosas sólo hacen que vivas un martirio superfluo.
Recuerda irte a la cama, y agradecer, no necesariamente a Dios, sino a la vida, cualquier cosa que te haya pasado, no te estreses, todo está fríamente calculado, cada bendición debe ser agradecida, y de cada experiencia desagradable debemos sacar una enseñanza.
Deja de decir que quieres cambiar el mundo, comienza por cambiarte a ti mismo, por ser cada día mejor, por superarte, porque tu único contrincante es la persona que ves en el espejo. Si vives por superar a los demás, buscarás sólo la desdicha, si vives, en cambio, por superarte a ti mismo, podrás demostrarte que puedes contra todo.
La vida, cada día nos enseña que podemos ser mejores, en cada pequeño detalle hay un valor presente, y debemos encontrarlo, tener paciencia y trabajar no sólo para construir un mundo mejor, sino para construirte a ti mismo como individuo.
Así que cuando estés recordando y te entristezcas por algún recuerdo amargo, piensa que sacaste de eso, y disfrútalo, saborealo.
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