Un milagro.
Tardé un segundo en darme cuenta de lo que intentaba hacer, lo miré fijamente y estallé en carcajadas. -¿Hablas en serio?- Pregunté entre risas. Él comenzó a reír también. -Muy en serio.- Dijo aún extendiendo su mano, yo la tomé, sonriendo ampliamente, la idea de él bailando se me hacía sumamente graciosa, pero cuánto quería estar cerca de él. Me pegué a su cuerpo, tomando su mano y poniendo la otra en su hombro, sentí la suya en la cintura, firme y segura, amaba eso de él, era excesivamente seguro de sí mismo, no necesitaba demostrarle nada a nadie. Besó mi cabeza con suavidad, sentí su barba rozarme la frente y sonreí contra su pecho. -¿Sabes? Pasado tanto tiempo de hablar y conocernos, teniéndote cerca todos estos momentos, y disfrutando de tu grata compañía yo considero prudente...-Dije riendo suavemente, sabía cuánto le gustaba que adornara las cosas. -Dilo.- Me pidió, casi suplicante, mientras hundía más sus dedos en mi cintura. -Te quiero, bichito.- Susurré suavemente, y