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Mostrando entradas de agosto, 2017

Lo terrible del mar.

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Lo terrible del mar, es morir de sed, lo terrible es la ironía, que aún rodeado de agua, el cuerpo se deshidrata, y lo mismo pasa con el corazón, cuando amamos por amar, sin amar. Porque cuando dos personas están juntas sin amarse, es amor lo que sangra. Por eso, si el lenguaje es otra piel, toquémonos más con mensajes de deseo, porque a pesar de que el silencio no es tiempo perdido, esta noche quiero amarte como nadie nunca te ha amado, sé que huyo porque amo, pero esta noche, aquí estoy. Ven, sin escatimar, pronto saldrá el sol y algún daño repondremos. Sé que el diablo frecuenta soledades, hoy vengo a visitar la tuya. Sé que quieres, sé lo que quieres, aunque lo niegues, no te confundas no sirve el rencor, son espasmos después del adiós. Sin embargo, no me iré de aquí, no me iré de tu lado, quiero tenerte así por horas y horas. No pienses, lo que seduce nunca suele estar donde se piensa, entonces no lo niegues, el fin de la pasión es que lo oculto se vea. Y es que cómo no ama

Sempiterno.

Desde el preciso día en que vi tu sonrisa iluminar mi vida desde el otro lado de la calle supe que el fin estaba cerca. El fin de mi cordura –la poca que me quedaba para entonces-, por supuesto. Desde el primer mensaje, confuso y divertido, supe que esta sería una historia descabellada y emocionante. Desde el preciso instante en que te vi a través del cristal del café donde te esperaba impaciente, terminando tu cigarrillo con nerviosismo antes de entrar, sin sonreír, mientras me tomaba un café, sin esperar nada a cambio, supe que te querría para toda la vida. Desde el preciso momento en que nuestros labios se unieron en un beso tierno e inocente, sin mucho compromiso y con bastante emoción, desde ese instante, supe que este amor sería sempiterno. ¿Y cómo no? Si despertar cada día a tu lado es lo que me da la fuerza para seguir y las ganas de quedarme en la cama, en medio de la desnudez y tu calor, sintiéndote contra mis nalgas, respirar pausado, como si nada te preocupase, com

Te amo como el demonio.

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Tumbada en la hierba veía tu espalda extenderse ante mí, pálida y lisa, y pasaba mis dedos por tu piel deliciosa, casi sin tocarla, como si no fuese digna de aquel honor, y miraba embelesada mis dedos rozar tu espalda, apretando cada vez más, para fusionar tu piel con la mía. Pasé mi nariz siguiendo el camino que habían marcado mis dedos, aspirando el delicioso olor que emanaba tu piel, intentando dejarlo grabado en mí, intentando entenderlo sin lograrlo. Y luego con mi lengua dibujé una línea, de abajo hacia arriba, hasta la nuca, y me detuve ahí, deposité un suave beso, te sorprendiste ante el contacto pero no dijiste palabra. Todos los días intento explicar con palabras la forma mística en que me haces sentir, la felicidad que me produce la cotidianidad a tu lado, el despertar y ver tu rostro simpático durmiendo del otro lado de la cama, de tu lado de la cama, y que me sonrías por la mañana, prepararte el desayuno y verte comerlo con placer. A veces te observo cuando no me

Seguimos.

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Estoy cansada. ¿Cuántas veces he empezado a escribir usando esta frase? Cualquiera pensaría que hace años que no puedo andar, que el agotamiento me gana. Pero no, aún cansada me levanto cada mañana a trabajar, por mí, por él, por esto, sea lo que sea -el país, me refiero, que ya no sé qué es.- Quisiera volver a escribir sobre el desamor o sobre libros fantásticos, pero este guayabo de mi tierra me tiene tan mal, que la tristeza me ahoga de vez en cuando, me pasa que algunas noches no puedo dormir, sacando cuentas, pensando en lo magullado que está mi país, para tratar de dormir, fantaseo con que vivo en un país donde puedo ir al súper y comprar lo que quiera, ir a una universidad de calidad y aplicar para un empleo que me dé lo que necesito para vivir. ¿Cómo es que la cotidianidad se volvió tan titánica en Venezuela?  A veces no duermo, tengo una pesadilla constante en la que me quedo aquí, para siempre, sin oportunidades, sin ganas de seguir y con mucho miedo, y luego me matan, y s