Te amo como el demonio.

Tumbada en la hierba veía tu espalda extenderse ante mí, pálida y lisa, y pasaba mis dedos por tu piel deliciosa, casi sin tocarla, como si no fuese digna de aquel honor, y miraba embelesada mis dedos rozar tu espalda, apretando cada vez más, para fusionar tu piel con la mía.
Pasé mi nariz siguiendo el camino que habían marcado mis dedos, aspirando el delicioso olor que emanaba tu piel, intentando dejarlo grabado en mí, intentando entenderlo sin lograrlo.
Y luego con mi lengua dibujé una línea, de abajo hacia arriba, hasta la nuca, y me detuve ahí, deposité un suave beso, te sorprendiste ante el contacto pero no dijiste palabra.
Todos los días intento explicar con palabras la forma mística en que me haces sentir, la felicidad que me produce la cotidianidad a tu lado, el despertar y ver tu rostro simpático durmiendo del otro lado de la cama, de tu lado de la cama, y que me sonrías por la mañana, prepararte el desayuno y verte comerlo con placer.
A veces te observo cuando no me miras, e intento adivinar qué hice tan bien para merecerte, cómo es que el hombre más guapo del mundo terminó durmiendo a mi lado. Me gustaría tener todas las respuestas, pero la verdad es que en medio de las incógnitas sólo tengo una certeza y es que te amo.
Yo pensé que sabía cómo se sentía el amor, pero me equivocaba.
Esto es amor, lo demás eran niñadas, esta pasión desmedida que siento por ti, este deseo incontenible que muchas veces no puedo evitar exponer, estas ganas de gritarle al mundo que te amo, y a la vez callármelo como el más profundo secreto, estas ansias de que seas feliz, esto es amor.
Quiero recitarte todos los poemas que han sido escritos, cantarte todas las canciones que se han tocado, leerte todos los libros de amor que han publicado, porque de repente me parece que sólo tú puedes inspirar eso en mí, de repente tú eres todo.
De repente eres el comienzo y el final de todas las cosas, y antes de ti no hubo nada.
Incontables veces me he sentido al borde de un precipicio, aterrorizada por lo que consigo en mi interior, intimidada por este amor inmensurable, pero al mirarte se disipa el miedo, la duda, la rabia.
Veo verdad en tus ojos y en tu alma, incluso cuando de tus labios salen mentiras, veo bondad en tu corazón aunque a veces te equivoques,  y es que aunque lo olvido, eres humano.
Y eres un ángel.

Pero te amo como el demonio.


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