Tiempo.

Cuando tenía trece, tal vez catorce años comencé a escribir, siempre me gustó leer y pensé en escribir como un buen pasatiempo, era divertido, lo hacía de vez en cuando, después de clases, a veces escribía cuentos cortos, a veces historias de amor, poemas, luego comencé a escribir sobre lo que sentía, por un lado era como exponerme demasiado, por otro lado, era una excelente manera de intentar darle forma a cómo me sentía.

Durante un tiempo me quedaba hasta el amanecer escribiendo, lloraba frente al computador. No hacía correcciones, no releía lo que había escrito antes de publicar, ni siquiera tenía un filtro, simplemente hablaba del sentimiento agobiante y despiadado que se cernía sobre mí como un presagio. 

Depresión, mi doctor le puso nombre diez años después.  "Tienes tendencia a la melancolía." tiene sentido para mí, se me hace más fácil contar las veces que he sido feliz que las que me he sentido miserable, y digo sentido, porque después de tantas sesiones con mi terapeuta finalmente entendí que no "soy" triste, sólo "estoy" triste. 

La diferencia es abismal.

Ya no me siento miserable, por lo menos no la mayor parte del tiempo, conseguí consuelo en las cosas más pequeñas y graciosas, como que me siento... ¿mejor?

Pero crecer viene con letra pequeña, hay que leer muy bien, escribir se convirtió para mí en una suerte de misión imposible, hay tantas cosas en mi cabeza que apenas y encuentro el tiempo para dedicarme a lo que realmente me hace sentir viva.

La verdad es que a diferencia de antes, ya no pienso en si soy buena o no en esto, supongo que es un concepto muy relativo, pero considero que de vez en cuando la gente que me lee siente algo, no necesariamente empatía, tal vez sólo... algo, incluso la rabia me viene bien, la risa no me disgusta.

Sin embargo, creo que soy un poco desagradecida al respecto, aun hoy estoy aquí, con suficiente tiempo libre para escribir cualquier cosa, recuerdo que cuando trabajaba en una jornada de once horas escribía pequeñito todo lo que se me ocurría, ahora tengo el privilegio del tiempo, algo que honestamente he aprendido a valorar.

Hasta me da tiempo de divagar.

En fin, la verdad es que sólo quiero agradecer, a quien sea que rige el mundo, que en todo este alboroto, me regaló un poco de tiempo.

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