Sombras.


¿Nunca han sentido que viven en la sombra de otra persona? Que su belleza, inteligencia, talento u otro factor los opaca. Yo sí, quiero ser única en algo, pero ni siquiera en lo único que sé hacer, soy única, no es que me mortifique, no, realmente no me importa vivir tras una sombra, como siempre escondida, ya me conocen, verde, venenosa, escondida, poco racional, insensata, romántica empedernida, eternamente enamorada... siempre adaptándome a las sombras. 
Una sonrisa opacada, una brillosa mirada que apunta al suelo, una personalidad inquieta que temen explorar, una persona que no irradia tanta luz como otra.
Pero sigo sonriendo, aunque a veces quiero que mi sonrisa sea más hermosa, o que mis ojos sean más claros, que mi cabello sea más lindo, o que mi cintura sea más pequeña, y sufro en silencio.
Me siento como una oruga, una que nunca se convertirá en mariposa, una pequeña oruga rechazada, que siempre será la amiga. 
A veces sólo lloro, en silencio, luego me seco las lágrimas y salgo sonriente, no es una sorpresa que yo llore, aunque estoy realmente orgullosa de lo sensible que puedo llegar a ser, porque también estoy consciente de que soy sensible, no débil.
Siento nostalgia, miedo, tristeza, soledad, pero nunca ira, prefiero sentir ira por otras cosas, nunca por ser la segunda, nunca por no ser como las demás, porque nunca he querido ser como las demás, quiero siempre ser hermosa, pero a mi manera, no a la de ellas. 
Shelly, la chica de las sombras, la chica escondida, la chica que llora, la chica opacada, la romántica empedernida, la insensata, la rara, la enamorada de extraños, inexistentes, utopías... Shelly, aquella que los entiende pero que nadie entiende.




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