Me gusta el cuerpo a cuerpo.
Me gusta el cuerpo a cuerpo.
Hoy estaba pensando en la importancia del tacto, mientras me acariciaban la espalda de arriba a abajo, en un gesto distraído y casi impersonal, me detuve un segundo y concentré toda mi atención en ese pequeño gesto, las yemas de sus dedos rozando suavemente mi piel, en un movimiento casi inconsciente, luego pensé en todo lo demás, la cercanía de nuestros cuerpos, el calor que emanaba su pecho, y cómo todo parecía algo tan cotidiano, pero era en realidad algo completamente maravilloso, el tacto, simplemente el tacto.
Acaricié suavemente sus brazos, intentando sentir realmente la piel bajo mis manos, como cuando lees un párrafo una y otra vez, entendiendo lo que dice, pero sin captar la esencia de la palabra, él era la palabra y yo intento captar su esencia.
Pensé en esa frase:
"Y el verbo se hizo carne,
y habitó entre nosotros."
El verbo entre nosotros, y vimos su gloria.
Me gusta el cuerpo a cuerpo.
Y no me había dado cuenta hasta este momento, hasta que analicé, precisamente, la importancia del tacto.
Y de los besos, esos que damos sin mesura, al despertar, al despedirnos, al saludarnos... sin darnos cuenta de toda la energía que tuvo que moverse para que estuviésemos ahí, juntos, uniendo nuestros labios, sin darnos cuenta de todas las acciones previas, de todos los errores que tuvimos que cometer, de la forma tan maravillosa en que el destino tuvo que trabajar para que tú, tan grande y maravilloso, pudieras unir tu cuerpo al mío, tan pequeña y sublime.
Entonces supongo que no es casualidad que me guste el cuerpo a cuerpo.
Pero contigo, sólo contigo.
Hoy estaba pensando en la importancia del tacto, mientras me acariciaban la espalda de arriba a abajo, en un gesto distraído y casi impersonal, me detuve un segundo y concentré toda mi atención en ese pequeño gesto, las yemas de sus dedos rozando suavemente mi piel, en un movimiento casi inconsciente, luego pensé en todo lo demás, la cercanía de nuestros cuerpos, el calor que emanaba su pecho, y cómo todo parecía algo tan cotidiano, pero era en realidad algo completamente maravilloso, el tacto, simplemente el tacto.
Acaricié suavemente sus brazos, intentando sentir realmente la piel bajo mis manos, como cuando lees un párrafo una y otra vez, entendiendo lo que dice, pero sin captar la esencia de la palabra, él era la palabra y yo intento captar su esencia.
Pensé en esa frase:
"Y el verbo se hizo carne,
y habitó entre nosotros."
El verbo entre nosotros, y vimos su gloria.
Me gusta el cuerpo a cuerpo.
Y no me había dado cuenta hasta este momento, hasta que analicé, precisamente, la importancia del tacto.
Y de los besos, esos que damos sin mesura, al despertar, al despedirnos, al saludarnos... sin darnos cuenta de toda la energía que tuvo que moverse para que estuviésemos ahí, juntos, uniendo nuestros labios, sin darnos cuenta de todas las acciones previas, de todos los errores que tuvimos que cometer, de la forma tan maravillosa en que el destino tuvo que trabajar para que tú, tan grande y maravilloso, pudieras unir tu cuerpo al mío, tan pequeña y sublime.
Entonces supongo que no es casualidad que me guste el cuerpo a cuerpo.
Pero contigo, sólo contigo.
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