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Florecen los apamates.

Volvieron al verde los bucares,  y florecieron los apamates, y nosotros, amor mío, seguimos sin poder tocarnos. El tiempo es un dictador,  hace lo que le viene en gana,  me tiene como su esclava,  a merced de su correr. A veces va demasiado lento, es tortuoso, deshonesto,  porque cuando miro al cielo, es de noche ya otra vez. Y con la cama vacía,  y la noche sin estrellas, se me va la vida mía,  queriendo volverte a ver. Otra vez tus ojos rojos, aparecen en mis sueños,  brillan como el caramelo,  me recuerdan el ayer. Cuando tú mano y mi pecho, se encontraban noche a noche, compartiendo más que el lecho, la vida, el pan y los sueños. Pero algo me dice, vida mía  que otra vez estaré un día,  murmurando entre tus piernas,  versos lleno de alegría. 

Moda y política.

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Gilles Lipovetsky define la moda como “una búsqueda frenética de la novedad, y una forma de venerar el presente.” ¿Y si el presente es turbulento y polémico lo es también la moda? A lo largo de la historia hemos sido capaces de saber mucho sobre una sociedad basándonos en su vestimenta, la forma en que viste una persona, en cualquier contexto histórico, puede decirnos mucho sobre su origen, posición social, poder adquisitivo, religión, etcétera. La moda siempre ha estado presente. Desde el inicio de la civilización, la ropa ha sido necesaria para la supervivencia del hombre, al principio con fines únicamente prácticos (proteger el cuerpo del frío o del sol) y luego, con fines estéticos, jerárquicos y sociales. Con el tiempo, la vestimenta, y la moda en general, se convirtieron en una forma de expresión, no sólo del individuo, sino del colectivo, a través de la ropa podemos decir mucho más de lo que pensamos, una prenda puede ser un grito de protesta, un sinónimo de libertad, una ob

Busqué

Busqué tanto,  incesablemente, incansablemente. Busqué en un par de ojos marrones, míopes. Busqué en unas manos llenas de callos. Busqué entre brazos fuertes tatuados. Entre piernas anhelantes y barbas espesas. Busqué incansablemente, en libros, en telas, en música y letras. Busqué en tantos sitios, tantas veces, de tantas formas, y no me hallaba Entonces lloré,  y lloré tanto, incesablemente, incansablemente… Hasta que el llanto se hizo tan habitual, que no sabía cuándo estaba llorando. Y seguí buscando. Sin darme cuenta, que yo misma era la medicina.  

El día de.

“El día de” Susana se levantó a la misma hora de siempre, un par de minutos antes de que sonara la alarma de su teléfono, estaba mirando al techo y al sonar, la apagó y caminó al baño. Como cada día, tomó una ducha, desayunó y se arregló el cabello para irse a trabajar, el primer evento extraño sucedió en el metro. Estaba bastante lleno, era hora pico, pero sorprendentemente consiguió un asiento vacío, se sentó, justo frente a ella, había una mujer sentada, era rubia y muy blanca, tenía profundos ojos azules y la miraba con una sonrisa. Susana intentó desviar la mirada, la mujer parecía amable pero algo en su sonrisa la inquietaba, pero a pesar de que intentaba mirar a otro lado, no podía evitar volver a mirar a la mujer, que seguía sonriéndole, casi sin parpadear. Su teléfono sonó, ella saltó en su asiento y empezó a buscar en su bolso. -¿Hola?- Murmuró, y al levantar la vista, la mujer ya no estaba. -¡Dios santo! Hola, estás bien. - Era Melissa, su compañera de oficina. -¿Por qué no

Cuento

  Había visto venir esa situación, la primera vez que vio sus ojos marrones, la primera vez que vio su sonrisa torcida, su cerebro le envió la señal de peligro. Primer acto: Preludio. Se enorgullecía de ser una mujer inteligente, por lo tanto, sabía cómo acabaría aquello, incluso se lo había imaginado en su cabeza como un mecanismo de defensa para ahuyentar las mariposas en el estómago.  “¿cómo acabó las últimas veces?” “¿recuerdas siquiera cómo te sentiste?” “por favor, rebobina e intenta recrear el sentimiento, la ansiedad, las ganas de escribir, el corazón roto en la garganta y el daño que hace el rechazo.”  Se sintió amargo en su boca. Hasta que él besó sus labios. Estaba perdida. Su rutina bien estructurada y su vida organizada se habían venido abajo. Se jactaba de ser una mujer pragmática, pero se vio sonriendo sin razón mientras recordaba una palabra o un gesto, su cerebro le gritaba con fuerza que no lo dejara entrar, pero ella negoció un espacio aquí y allá, hasta que sin dars

Sin título

  Siempre he romantizado un poco la soledad, tal vez es mi manera de defenderme de las cosas que a veces me duelen. Últimamente mi vida está patas arriba, ya no pinto, ya no leo, ya no escribo poesía. Hace días que mi dedos no pliegan papel, no cosen historias y tampoco las escriben, hace tiempo que olvidé quién soy. No sé qué estoy esperando, tampoco sé si va a pasar, o siquiera cuándo, otra vez estoy detenida en tiempo y espacio, como flotando, como en la luna. Tengo tanto qué decir, pero no quiero hablar, antes no podía estar sola, ahora no quiero compañía, tengo miedo, me quedo sin aliento, la ansiedad parece estar volviendo. Constantemente me encuentro divagando sobre la vida, qué somos, por qué estamos aquí, a qué se debe tanto sufrimiento, tal vez lo escogemos. Hasta que miro a mi al rededor, y me doy cuenta de todo lo que me queda por conocer, del mundo de posibilidades que me queda por explorar, de todos los paisajes hermosos frente a los cuales me puedo sentar, y eso me manti

Todo lo que pido

  ¿Estarás aquí cuando despierte,  para hacerme el café, el desayuno y el amor? ¿Estarás aquí por la mañana, cuando abra mis ojos y tantee tu almohada? ¿Y cuando despierte entre pesadillas,   estarás aquí en mi cama? Sé que tengo fama de sensible, de tonta y de despistada, sé que a veces no tengo nada,  y siempre lo quiero todo. Sé que a veces miras a los lados,  sé que te gusta jugar, sé que tardas en vestirte, que prefieres los días grises. Conozco la forma en que tecleas, el sonido de tus llaves, cuando estás listo para dormir, cuando no quieres despertar. Lo conozco todo. Tu comida favorita,  y las cosas que te irritan. Cuando no me ubico en el mapa, cuando soy impertinente, cuando hablo demasiado fuerte. Lo conozco todo. ¿Por qué entonces, estoy olvidando? Olvidando las lágrimas, tanto, tanto llanto. Olvidando los ceños fruncidos, los hombros caídos,  ambos rendidos. ¿Por qué entonces, sólo tengo buenos recuerdos? Nuestro primer beso, el primer secreto, nuestro primer baile, la fo