Florecen los apamates.
Volvieron al verde los bucares, y florecieron los apamates, y nosotros, amor mío, seguimos sin poder tocarnos. El tiempo es un dictador, hace lo que le viene en gana, me tiene como su esclava, a merced de su correr. A veces va demasiado lento, es tortuoso, deshonesto, porque cuando miro al cielo, es de noche ya otra vez. Y con la cama vacía, y la noche sin estrellas, se me va la vida mía, queriendo volverte a ver. Otra vez tus ojos rojos, aparecen en mis sueños, brillan como el caramelo, me recuerdan el ayer. Cuando tú mano y mi pecho, se encontraban noche a noche, compartiendo más que el lecho, la vida, el pan y los sueños. Pero algo me dice, vida mía que otra vez estaré un día, murmurando entre tus piernas, versos lleno de alegría.