Como una vela.

 Me deshice.

Quisiera decir que me llegó la muerte,

pero es más acertado decir que me deshice.

En este punto, no sé quién escribe.


Siento un terror mudo.

Un pánico perenne.

Una inseguridad latente.

¿Y ahora qué? Pensé,

consumida como una vela,

convertida en una masa uniforme,

con los sentimientos revueltos.


Me parece injusto, 

una jugarreta de la vida,

porque incluso rota en mil pedazos,

puedo sentir.


Ella me dijo que no soy la tristeza,

que no se puede ser la tristeza,

que la tristeza sólo se puede sentir,

enorme, abrumadora, ensordecedora y terrible.

Y luego, 

el vacío que deja la confusión.


Ahora mismo dudo de todo,

excepto de mí misma,

y lo considero justo,

me contradigo.


Escribo un par de versos sin sentido,

sobretodo para encontrar un propósito.

Por un momento olvidé que soy una,

completa, capaz, suficiente...

y sólo una.

 

A veces le hablo a la nada,

incluso ella me respondía con sus silencios ensordecedores, 

pesados como rocas,

cayendo en este abismo.


Si la tristeza fuese cuantitativa,

seguro mediría lo que mide,

la distancia que estás poniendo entre nosotros.


Pedí perdón, tantas veces,

cien veces.

Y perdoné,

tantas veces,

diez mil veces... y una más.


Pensé que era un castigo justo,

ahora no lo sé.

Nunca he encajado en el papel de verdugo,

por lo general, 

soy yo la que está con la soga al cuello.


Escribo esto aprovechando el sol,

últimamente llueve sin parar,

y aquí, bajo este calor abrasador,

termino de deshacerme.


Probablemente corra en círculos,

pero ahora pienso que no merezco este peso,

porque he amado, devotamente,

más veces de las que me he equivocado, torpemente.

Muchas más veces.

Diez mil veces... y una más.


Y aunque comparen el amor con una llama,

ahora entiendo que se parece más al agua,

implacable y capaz de destruir todo a su paso,

pero alimentando la vida.


No puedo culparme,

siempre he sido una romántica.

Quizás es cierto el siseo de la víbora,

quizás me reboso,

quizás yo también soy como el agua.

Quizás yo también soy como el amor...




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