La sociedad de los poetas muertos.

 La felicidad no escribe, eso lo aprendí a las malas.

De alguna manera la depresión es un patrón común que se mezcla muy bien con los montones de cuadernos con poemas y los ríos de tinta que cuentan historias. De alguna manera, siempre es más fácil escribir cuando estás profundamente triste.

Karyotakis un día se lanzó al río, pero como saben, el instinto de supervivencia es algo extraño y florece incluso sin un ápice de ganas de vivir, nadó hasta salvarse, luego escribió un consejo sobre el suicidio y se pegó un tiro. 

"Mientras camino, una sombra me sigue desde arriba como una nube pesada o la pluma de un pájaro de mal agüero. 

Está conmigo a dondequiera que vaya, conmigo en lo que haga, y tampoco me deja ver el sol de Dios." 

Constantemente escribo sobre esta enfermedad que me aqueja, últimamente ha estado ausente, y de repente se me olvidó cómo definirla, por no sentirla me olvido de ella, pero le tengo un pavor mudo, estoy siempre a la defensiva, esperando que aparezca para volver a burlarse de mí.

Últimamente no escribo poesía, no sé si estoy feliz o si sólo estoy esperando la siguiente ola, el mar se ve tranquilo, calmado, parece que el sol brilla en alguna parte, no necesariamente sobre mí.

Me pasa mucho últimamente que pierdo el hilo de las cosas, el tiempo pasa volando y no puedo saber qué debo hacer, cuándo debo hacerlo, nada. Me siento desubicada, como si el pesado sentimiento de tristeza fuese lo que me sostenía en tierra.

La ansiedad es otra fiel amiga, de esa me es más difícil deshacerme, me susurra constantemente al oído, me boicotea y juega conmigo, me hace creer cosas que no necesariamente son ciertas, me hace temblar, esa es la peor parte, tiemblo mientras sostengo el pincel, tiemblo mientras enebro la aguja, tiemblo mientras escribo apresurada... no me gusta.

Otro de sus trucos es hacerme creer que yo no soy yo, veo todo en tercera persona, me siento extraña dentro de mi propio cuero, me miro las manos preguntándome de quién son, y comienzo a creer que todo es un sueño.

Intento explicar todo, porque se me hace más fácil entenderlo si lo enseño, estoy bien, al menos eso creo, pero siempre estoy esperando el siguiente golpe.

Hace unos meses que le vengo dando vueltas a esto, a convertir los miles de párrafos que tengo desordenados en un libro, por alguna razón estoy segura de que va a funcionar, sólo que no sé cuándo, de repente le pida al doctor que me enseñe donde está el corazón, me dispare y deje un reguero, y doce años después, mis poemas salgan en un libro. ¿Uno es siempre más interesante cuando está muerto?

Lo comparo con las aves que cantan en las mañanas, escondidas entre las ramas de un árbol, te llega el sonido y te empapa, pero no puedes verlas, y te preguntas dónde están, un poeta muerto es igual, cuando lees lo que escribió te preguntas dónde está, y te empapas con las letras, con la tinta...

Por lo menos no fumo, y todavía no estoy paranoica, en parte pienso que es una reverenda estupidez matarse por pedacitos, con un puro, una botella llena, una jeringa, no es necesario irse de a poquito. Todos los pasos deben ser firmes, el amor es un paso, la muerte también.

"No la horca, el arsénico ni el tiro / jamás la bala... nunca el aparejo / prefiero un trago amargo e infinito."

 O tal vez me lance al río Dumas, jamás fui buena nadadora. Y es que al final... "no he vivido, lo sé, tan sólo he muerto."

Pero no ahora, ahora estoy feliz, ahora no sé qué escribir, quizás la vida me tenga cariño, y nunca lo sepa, y muera de vieja con la palabra en la boca. 

      

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