Tan cerca.
Palabras, palabras como arroz, como harina en un saco, abundan, sobran.
Intentar vivir de cerca cada palabra y morir en el intento, intentar ser mejor y no poder vivir para contar que lo intentaste, ser tragada y escupida mil y un veces por la sociedad que se regocija al verte sufrir por no ser lo suficientemente buena en lo que haces.
Entonces los problemas se vuelven cada vez peores, tienes miedo, no quieres seguir viendo lo que ves, no quieres seguir estando donde estás pero no hay otra alternativa, no puedes simplemente huir de esa realidad que te persigue, aunque eso es lo que quieres, aunque eso es lo que haces, es difícil, doloroso e incoloro cuando te aferras a algo totalmente incierto, a algo inexistente y tan utópico, tan inverosímil.
Tratas de mirar de cerca esa realidad que constantemente te escupe y te pisotea pero temes adentrarte demasiado en ella y perder todos tus sueños, cuando entras ellos se van marchitando hasta no ser más que pequeñas hojas de alguna rosa que alguna vez fue roja pero ahora es negra e inerte entre las páginas amarillentas de un libro de poesía que nunca leíste por ser demasiado aburrido.
Intentas buscar una salida y entonces te sientes corriendo en círculos, escapando de esas palabras que un día buscaste, que te acechan y que por más que quieres dejarlas atrás te persiguen, esas palabras que un día escribiste, tus palabras, esa literatura pobre y hambrienta, especial pero incapacitada, comienzas a pensar que tu no escribiste eso y es que cuando lo escribiste temblabas, temías, estabas en tu mundo y sentías como tus fantasmas se adentraban en él saboteando todo lo que hacías.
Es básicamente un sentimiento inexplicable, errado, falso, equivocado, incorrecto, engañado, descaminado, desatinado, tan imposible, tan desacertado, tan lejano y a la vez... tan cerca.
Intentar vivir de cerca cada palabra y morir en el intento, intentar ser mejor y no poder vivir para contar que lo intentaste, ser tragada y escupida mil y un veces por la sociedad que se regocija al verte sufrir por no ser lo suficientemente buena en lo que haces.
Entonces los problemas se vuelven cada vez peores, tienes miedo, no quieres seguir viendo lo que ves, no quieres seguir estando donde estás pero no hay otra alternativa, no puedes simplemente huir de esa realidad que te persigue, aunque eso es lo que quieres, aunque eso es lo que haces, es difícil, doloroso e incoloro cuando te aferras a algo totalmente incierto, a algo inexistente y tan utópico, tan inverosímil.
Tratas de mirar de cerca esa realidad que constantemente te escupe y te pisotea pero temes adentrarte demasiado en ella y perder todos tus sueños, cuando entras ellos se van marchitando hasta no ser más que pequeñas hojas de alguna rosa que alguna vez fue roja pero ahora es negra e inerte entre las páginas amarillentas de un libro de poesía que nunca leíste por ser demasiado aburrido.
Intentas buscar una salida y entonces te sientes corriendo en círculos, escapando de esas palabras que un día buscaste, que te acechan y que por más que quieres dejarlas atrás te persiguen, esas palabras que un día escribiste, tus palabras, esa literatura pobre y hambrienta, especial pero incapacitada, comienzas a pensar que tu no escribiste eso y es que cuando lo escribiste temblabas, temías, estabas en tu mundo y sentías como tus fantasmas se adentraban en él saboteando todo lo que hacías.
Es básicamente un sentimiento inexplicable, errado, falso, equivocado, incorrecto, engañado, descaminado, desatinado, tan imposible, tan desacertado, tan lejano y a la vez... tan cerca.
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