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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Consumirse

Se sintió frustrada, era un sentimiento constante, en realidad, desde que comenzó a hablarle cada vez que pensaba en él pasaba del placer a la frustración en unos segundos. Lo quería tener, maldita sea, quería tenerlo cerca, besarlo, susurrarle cosas al oído, abrazarlo, oler su piel, sentir su tacto, quería saber si su cabello era suave, si sus manos estaban ásperas, el color exacto de sus ojos, quería tenerlo cerca, junto a ella, dentro de ella, no importaba realmente. Quería saber cómo se sentiría hacerle el amor, cómo se sentiría dormir entre sus brazos grandes, escuchar su respiración, sentir sus besos calientes en todo el cuerpo. Más allá de eso, más allá del deseo físico que la consumía, ella quería saberlo todo sobre él. Quería saber cómo se escuchaba su risa, cómo sonaba su voz, cómo iba a reaccionar cuando le dijera todo lo que quería de él, quería ver su sonrisa, porque casi podía imaginarla, quería saber si había sufrido, si había sido feliz, cuándo fue el día más triste

Simplemente tenerse.

Venía ese momento, ese terrible pero ansiado momento en que finalmente iba a tenerlo frente a ella, sólo para ella, todo para ella. Estaban frente a frente y no se le ocurría qué decir, probablemente nada de lo que dijera sería la palabra correcta, porque todo se convertía en un sacrilegio al momento de tenerlo ahí. -Tómame.- Murmuró finalmente. -Tómame entera.- Y él obedeció, la besó con ternura primero, como pidiendo permiso, y al verla ansiosa, con pasión y desenfreno, finalmente pudo dar rienda suelta a todo aquello que sentía, pudo volver realidad todas las fantasías que había imaginado en las noches de insomnio, la tomó por los muslos e hizo que enrollara sus piernas en sus caderas para llevarla a la cama, aunque sinceramente podría tomarla allí mismo, pero sentía que se merecía lo mejor. La besó hasta que necesitó respirar, le arrancó la ropa a tirones y finalmente la tuvo como quería, desnuda y pequeña frente a él, toda para él, sólo para él.  -Eres deliciosa.- Y ella son

Una noche.

Estaban sentados frente a frente y podía jurar que ahí, bajo esas luces tenues y con un par de cervezas encima parecía más hermosa si se podía. Llevaba una blusa con los hombros descubiertos y de mangas largas y un jean negro a la cintura con zapatos de tacón, iba maquillada y tenía el cabello suelto sobre los hombros, estaba más hermosa que nunca. Tenía su mano izquierda sobre la mesa, tan cerca de la de ella que podía rozar sus dedos si los estiraba, pero ella parecía ajena al hecho, observaba sus hombros desnudos, la forma en que reía, sus ojos fijamente posados sobre los suyos y sólo podía pensar en que sería suya. Ella, por su parte, sólo podía observar como sus labios se movían, podía decir que ya estaba enamorada de esos ojos marrón profundos y expresivos, pero sería demasiado, ella sí se percataba de la cercanía de su mano ¿cómo no hacerlo? si incluso con la mesa de por medio podía sentir el calor que emanaba su cuerpo, Dios, tenía tantas ganas de tenerlo cerca. Hablaron mu