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Mostrando entradas de febrero, 2013

Un libro.

Caminó cabizbaja, tenía tanto que esconder, y a la vez nada, se sentía sola y vulnerable, tonta y pequeña, sonreía pequeño mientras leía su libro y sus ricitos rebeldes se colaban sobre sus ojos, y acariciando sus mejillas llenas de pecas traviesas, estaba ajena al mundo, porque la soledad que sentía era tan grande, que comenzó a pensar que si estaba sola, y entonces suspiró, un suspiro cargado de cansancio, de molestia, de frustración, de esos suspiros que dicen "Esta es la última vez." Y levantó la cara, con su nariz apuntando al cielo, siguió caminando, parecía segura pero en realidad apretaba el libro de fantasía contra su pecho, con fuerza, como si fuese un escudo, lo único capaz de salvarla en caso de un abuso, y de alguna manera así era, porque toda su vida se había refugiado en los libros para esconder su seguridad, detrás de una inteligencia que no siempre utilizaba en la escuela, detrás de un cabello enmarañado y alborotado, detrás de unas gafas, detrás de un libro,

Un viaje.

Corrí a todo lo que daban mis pies, me caí y me levanté sin sentir lo rotas que estaban mis rodillas por la adrenalina, mi vestido antes hermoso, ahora estaba rasgado y sucio, pero eso y mi peinado, eran lo de menos, ahora debía escapar de la manada de centauros que me perseguían por el bosque, entonces, con la pesada espada en mi mano, corté una rama que se interponía en mi camino, y me lancé por el hoyo, cayendo como en un tobogán, hasta que llegué al mar. Un par de sirenas pasaron por mi lado, mirándome como a una intrusa, pero incluso esas hermosas asesinas eran menos agresivas que los centauros, así que nadé, mi increíble poder para mantener la respiración bajo el agua, heredado de mi padre, un kelpié, nadé todo lo que pude hasta la playa, al salir, caí en la arena, cansada, y cuando levanté la vista, un dragón colosal me miraba con curiosidad, me levanté con cautela y luego acerqué mi mano hacia él, le acaricié el enorme hocico con cariño, y él dio un gruñido de aceptación. Ent

Gajes del oficio.

Dolor en las muñecas. Dolor de cabeza. Dolor en los ojos. Dolor en el cuello. Sed de conocimiento, insaciable. Necesidad de soledad. Hambre de palabras. Etiquetas: Locos, muertos de hambre, sarcásticos, fantasiosos... Preferencia de leer las palabras sobre escucharlas. Torbellino de ideas. Constante ataque de la sociedad. Son eternas maldiciones del escritor, cosas que por malas que sean, disfruto por ser facetas de la que quiero sea mi profesión.

Café en la mirada.

Me quedé observando ese par de ojos café, como el delicioso café de las mañanas, como el café que te quita el sueño, el que te da vitalidad, y él miró mis ojos chocolate, dulces como él, inocentes, lo cuál era irónico porque estábamos teniendo un orgasmo en ese preciso instante, y se hundió más en mí, como para fusionarse conmigo, para beberme entera... Él tiene café en la mirada, un café dulce, con olor a gloria y sabor a cielo, un café que me revive, que me quita el aliento, que me arranca la vida, el café que deseo, un café tan delicioso que tiene la capacidad de hacerme llegar a niveles de locura insospechables. "Eres mi cocaína, y a la vez mi perdición."  Me susurró al oído, con voz ronca y llena de excitación, porque siempre supo que yo acabaría con él, lo supo desde ese momento en que batí mis caderas al ritmo de una canción suave, dice que lo enloquecí, y yo le creo. Pero aquí estamos, él enamorado de otra, pero siempre recordando mis caderas contonearse, él amando

El hombre de su vida.

Lo supo, supo que él era el hombre de su vida en el preciso instante en que se sintió plena y completamente feliz haciendo el amor con él, ese acto que ella catalogaba como meramente físico, y que se volvió tan lleno de sentimiento por el simple hecho de que sus ojos estaban mirándola, con deseo, con amor, como si quisiera bebérsela, como si quisiera poseerla por completo, aunque ya la tenía en totalidad. Estuvo aún más segura aquel día que leían tranquilos en el sofá verde aterciopelado de su departamento, nunca podrá olvidar que él leía Los nueve sastres, bastante concentrado, y ella estaba terminando de leer Shan na cuando comenzó a llorar, él lo notó, dejó su libro de lado y la abrazó con fuerza, mientras ella lloraba como posesa en su hombro, claro que luego se sintió una completa estúpida por llorar en su hombro por una simple novela rosa. Pero definitivamente, lo que la hizo estar completa e irrevocablemente segura de que ese hombre sería el amor de su vida, fue aquel día cuan

El "Hola" que me cambió el día.

¿Quién sabe? Quizás ya lo conocía, quizás mi imaginación me jugó una mala pasada, o quizás era un desconocido demasiado irreal, pero su "Hola" me cambió el día. Lo sincero de sus ojos, que detonaban felicidad, simple, sincera. Lo hermoso de su sonrisa, que se extendió por todo su rostro e iluminó mi día. Lo espontáneo de la palabra, porque algo me dice que no lo pensó, no es como si necesites pensar un "hola". Lo diferentes que éramos. La simplicidad del momento. En fin, ese fue el "hola" que me cambió el día.

Medicinas para mi alma.

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Algunas cosas son medicinas para el alma, por simples que sean, unen los pedazos. Me gusta pisar hojas secas. Me gusta maquillarme. Me gusta coleccionar cosas: Papeles, miradas, sonrisas, historias... Me gusta recordar el pasado. Me gusta morderme los labios. Me gusta meter las flores en los libros para secarlas. Me gusta esconder mi nariz fría en cuello cálido. Me gustan los besos en el cuello. Me gustan las sonrisas enigmáticas. Me gusta observar en silencio. Me gustan los susurros. Me gustan las narices de los gatos. Me gustan las manos de los hombres. Me gusta que me hagan sentirme hermosa. Me gusta leer sobre el amor. Me gusta soñar con mundos mejores. Me gusta escribir todo lo que siento. Me gusta pensar que alguien me ama.  Y todas estas, son medicinas para mi alma.

No siempre, pero sí hoy.

No, no te digo que te amaré por siempre, porque siempre es mucho tiempo, pero te prometo que te puedo amar hoy, y quizá también mañana, pero no te confíes demasiado, porque soy insegura y volátil. No te amo demasiado, pero te amo lo suficiente para hacerte sentir especial, sólo si me lo permites, sólo si te impresionas sin demasiada dificultad. No puedo decirte que te amo como a nadie, porque amo más a otras personas, pero te amo como sólo puedo amarte a ti, porque ningún amor es igual a otro. Tampoco esperes que te ame por entero, porque puedo amarte a pedacitos, a sonrisas, a orgasmos... y de esas maneras te amaré enfermo, dormido, despierto, desnudo o en harapos. No digo que te ame sobre todas las cosas, pero te amo sobre cosas indispensables. Y cuando me preguntes ¿Qué tan real es esto? Responderé con simpleza: Tan real como yo. Porque ni siquiera de mi existencia estoy segura. No te diré que te amaré hasta la eternidad, te diré que te amo hoy, y mañana te digo si te amo. P

Ardiente.

Sentí lo ardiente del licor deslizarse por mi garganta, él podía ser abstemio, pero yo no, el alcohol me gustaba, no podía negar eso.  Lo miré con detenimiento, había cambiado tanto estos años, como yo, pero no estaba esmirriado como pensé, como deseé, a ser sincera, estaba incluso mejor que antes.  Me preguntó por mi vida ¿Cómo se atrevía? Después de que él mismo acabo con ella. Bebía de su taza de café con elegancia, comentó algo sobre ir a Francia esporádicamente, yo sabía a lo que se refería, la verdad fingí ser tonta, cuando me incluyó en sus planes. Luego de eso comenzó a indagar en mi vida privada, con comentarios mordaces y preguntas fuera de lugar y subidas de tono. NO HE ESTADO CON NADIE ¡No he tenido a nadie desde que te fuiste! Por supuesto que no dije eso, más bien comenté algo sobre no tener nada serio. Vi el arrepentimiento en sus pupilas, pero supe que no se arrepentía de dejarme, supe que se arrepentía de que ella no hubiese sido como yo, por eso usé un vest

Verbos en pasado.

Estuviste a mi lado, en los momentos más difíciles, reímos juntos, cuando fue necesario -Y cuando no, también.- me amaste al más puro estilo adolescente, conseguimos todo aquello que nos faltaba en el otro.  Escribí sobre ti y lo que me hacías sentir, te amé por sobre todas las cosas -A excepción de mis letras.-  Te pensé en los momentos más inoportunos, te sentí cuando debí ignorarte, te besé cuando debí alejarme, y me quedé porque te amaba...  Sentí que todo contigo era más hermoso, soñé un futuro juntos, construí un prospecto de vida, te miré como si fueses perfecto. Nos complementamos con un amor mutuo -Pero no recíproco.- Me acostumbré a tu carácter insensato y volátil. Amé tu presencia... odié tu ausencia. Te di mucho, por un par de palabras vacías, y tu pensaste que realmente no importaría. Pero todos estos, son sólo verbos en pasado.