Café en la mirada.

Me quedé observando ese par de ojos café, como el delicioso café de las mañanas, como el café que te quita el sueño, el que te da vitalidad, y él miró mis ojos chocolate, dulces como él, inocentes, lo cuál era irónico porque estábamos teniendo un orgasmo en ese preciso instante, y se hundió más en mí, como para fusionarse conmigo, para beberme entera...
Él tiene café en la mirada, un café dulce, con olor a gloria y sabor a cielo, un café que me revive, que me quita el aliento, que me arranca la vida, el café que deseo, un café tan delicioso que tiene la capacidad de hacerme llegar a niveles de locura insospechables.
"Eres mi cocaína, y a la vez mi perdición." Me susurró al oído, con voz ronca y llena de excitación, porque siempre supo que yo acabaría con él, lo supo desde ese momento en que batí mis caderas al ritmo de una canción suave, dice que lo enloquecí, y yo le creo.
Pero aquí estamos, él enamorado de otra, pero siempre recordando mis caderas contonearse, él amando a otra, pero sin olvidar mis gemidos suaves en su oído.
Y yo, enamorada del café de su mirada.

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