A quién se merece cada letra.

Uno nunca le escribe a quién se lo merece, uno nunca le escribe a quién le hace feliz.
Una que voló tan lejos, tan lejos de mí.
Una que cada día salta más alto.
Una sólo sabe ponerle sabor a la vida.
La presencia no es sólo física, la suya es espiritual. Gracias, por estar conmigo. 
Dicen que los amigos son la familia que puedes escoger, yo escogí hermanas para toda la vida. 
 Gracias por secarme las lágrimas, por reírse de mí, por reírse conmigo. Gracias por los abrazos, las cervezas, las borracheras y las charlas hasta la media noche.

Gracias por ser tú la que siempre me escuchaba, la que no necesitaba decirme que estaba haciendo las cosas mal, porque en tu mirada podía ver que me equivocaba, gracias por acompañarme en las tablas, porque fuiste la única con la que compartí mi paraíso, gracias por conocer a mi lado a las personas más hermosas del mundo, y también a las que nos han hecho más daño. Gracias por quererme, a pesar de considerarme imposible. Eres fuerte, grande, valiente y hermosa. Te extraño tanto.

Gracias por siempre estar, cada mañana sentada en el pasillo, gracias por burlarte de todos y enseñarnos a reírnos de nosotras mismas, gracias por recordarme que no soy la única que se siente mínima en este mundo de gigantes. Sigue saltando alto, corriendo rápido, sigue apasionándote por lo que haces, sé la mejor en ello, tenemos que dejar de agarrar el amor por donde quema. Sigue siendo hermosa.

Gracias, mamá, por cuidarme tanto, tanto tiempo, por quedarte despierta, por cocinarnos cosas ricas, por desesperarte, gracias por tantas risas, gracias por darle sabor a nuestras vidas de todas las maneras posibles, gracias, amiga, por reírte de mis chistes aunque sean pésimos, y por jamás darme la espalda. Nadie te merece, eres demasiado buena para todos.

A las tres mejores amigas que la vida pudo ofrecerme. 

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