Matrioska

 Todavía escribo poesía, sólo que ya no se la muestro a nadie 

Antes sentía que alguien tenía que leerme, que ningún sentimiento que no fuera gritado podría ser válido.

Ahora siento que es mejor cuando escribo en secreto, creo que me he convertido en una de esas muñecas rusas.

Matrioskas, así se llaman.

En casa teníamos la última muñeca de una matrioska,

una cosita mínima de madera sólida,

no sé cómo llegó pero ahí estaba,

a veces pienso que yo soy el resto de la Matrioska, 

una muñeca dentro de otra, 

y al final, 

sólo vacío,

porque la última muñeca se quedó contigo.

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