El patético recuerdo de un sentimiento latente.

Era sólo una niña, con ganas de vivir y sonrisas dulces, con miedo y algo de incertidumbre, y entonces apareció él, y cambió todo... como lo cambió. 
Se convirtió en esas personas que aunque están lejos las sientes cerca, aunque no te recuerda tu aún te sabes su número exacto de lunares, que aunque todos dicen que no vale la pena, tu aún sonríes con su mero recuerdo.
Claro que no siento lo que antes, es que después de dos años es imposible que sienta lo que antes... no, no es por el tiempo, es por todo lo que sucedió.
El primer te quiero, esa canción, las contradicciones, las promesas, los regalos que intenté olvidar, las sonrisas, y un último primer beso. 
El hecho de que a pesar de todo aún se me encienda el corazón cuando lo pienso, que cuando lo vi la última vez deseé que me estrechara en sus brazos, el que nunca se creyó demasiado bueno para mí y yo nunca me sentí demasiado buena para él.
Será demasiado patético, un poco tonto tal vez, pero este es un post sobre el recuerdo de un sentimiento que a pesar del tiempo y la distancia, no sólo física sino sentimental... sigue latente.

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