Salté.

Suelo hacerme este tipo de preguntas, y la cabeza me da vueltas, vueltas, vueltas, vueltas ¡Y se detiene de un golpe! Y yo me quiero bajar. 
Estoy en un punto donde no hay nada que pueda hacer, y miro al abismo, y miro el camino, y miro al abismo, y el abismo parece tan apetitoso... lanzarse ¡zas! y caeeeeeeeer, y seguir cayendo, y terminar cayendo para arriba como Alicia.
No sólo no hay nada que pueda hacer, es que ya no hay nada que quiera hacer, así que me dejo llevar, y lo miro de reojo, y lo miro de reojo, y lo miro de reojo, pero la verdad es que él ya no está ahí así que no sé qué es lo que veo.
A veces me pasa que cuando veo algo dañado quiero arreglarlo, pero de repente veo que no tiene arreglo, y me frustro, y grito ¿por qué no puedo arreglarlo? Yo, yo que todo lo reparo.
Suelo hacerme ese tipo de preguntas y la cabeza me da vueltas, y no se detiene, y la pregunta queda ahí, vacía y sin sentido, volando de un lado a otro, y a veces regresa apresurada y yo sacudo la cabeza, porque no puedo seguir pensando en lo que no puedo reparar.
Hace tiempo que sé que no puedo reparar esto, pero la cabeza aún me da vueltas, a veces. 
Y hoy ¡Se detuvo de un golpe! y yo ¡zas! salté al abismo. 

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