¿Vivimos en una distopía? Parte 1: La cara del régimen.


 1984 de George Orwell es por mucho, uno de mis libros favoritos, me gusta leer distopías, una distopía es la representación ficticia de una sociedad totalitaria bajo una ideología determinada, otros libros que he leído sobre el tema son "Un mundo feliz" de Adous Huxley y "El cuento de la criada" de Margaret Atwood, ambos forman parte de mi top diez de libros favoritos, y aunque a veces pienso que no estamos tan alejados de estas realidades, desde que leí 1984 me hago la misma pregunta ¿estamos viviendo en una distopía?

Para ponerlos en contexto, 1984 cuenta la historia de Winston Smith, un hombre que vive en una sociedad autoritaria controlada por "El gran hermano", en este sistema de colectivismo burocrático se controla cada movimiento de los ciudadanos, y se castiga duramente a aquellos que delinquen, incluso con el pensamiento. Winston decide rebelarse, consciente de las consecuencias que esto conlleva.

Sólo con esta premisa es fácil imaginarse porqué 1984 fue prohibida en la Unión Soviética, China, durante un tiempo en Estados Unidos y más recientemente en Kuwait y Tailandia, y no hay que ser un genio para entender la razón una vez que empiezas a leer el libro, pues te ataca la realidad de que estamos, en efecto, viviendo en una distopía.

He leído el libro algunas veces y siempre me sorprende las similitudes que encuentro entre el libro y los regímenes totalitarios de la historia actual, cosa que no es casualidad, pues George Orwell a pesar de ser socialista hasta su muerte, aborrecía el comunismo, y más específicamente el stalinismo, tanto como llegó a odiar el nazismo. (Es decir, como cualquier persona normal que tiene suficiente criterio para entender que en esta historia no hay buenos y malos)

Por lo tanto, decidí hacer éste análisis, que dividí en nueve partes, siendo esta la primera. 

En la primera parte, Orwell nos introduce a la realidad que se vive en Londres, ahora llamado "Franja aérea 1" que forma parte de Oceanía, uno de los tres Estados en los cuales se divide el mundo.

"El vestíbulo olía a legumbres cocidas y a esteras viejas. Al fondo, un cartel de colores, demasiado grande para hallarse en un interior, estaba adherido a la pared. Representaba sólo un enorme rostro de más de un metro de anchura: la cara de un hombre de unos cuarenta y cinco años con un gran bigote negro y facciones hermosas y endurecidas (...)

En cada descansillo, frente a la puerta del ascensor, el cartelón del enorme rostro miraba desde el muro. Era uno de esos dibujos realizados tal modo que los ojos le siguen a uno adondequiera que esté. El Gran Hermano te vigila, decían las palabras al pie."

"El gran hermano te vigila", para cualquier venezolano el parecido será obvio, desde hace varios años, han llenado las calles con esa terrible imagen de los ojos de Chávez, no es casualidad que a pesar de que han pasado casi diez años de su muerte nos sigan atosigando con su imagen. Adoptar una imagen individual que represente a toda una cúpula es necesario (Chávez en Venezuela, el Che o Fidel en Cuba, Perón en Argentina, Stalin y Lenin en la Unión Soviética...) 

La imagen de esta persona en cada esquina, su nombre siendo pronunciado en cada discurso, y su "presencia" inminente en cada aspecto político (y a veces social) de la vida diaria, es fundamental para darle al ciudadano una cara que idolatrar, un rostro en el cual protegerse, pues hace ver al Estado como una figura paterna, alguien en quién refugiarse, a quien amar y por supuesto, alguien a quién temer.

Además de esto, a este personaje se le da una imagen mística y temeraria, es decir, es un ser humano, como nosotros, pero hizo cosas que la gente común no podría, lo que los convierte en figuras míticas, mártires.

Cuando Chávez murió, leí un artículo de una periodista que dijo sentirse impactada por la reacción de las personas en la calle, lloraban como si hubiesen perdido un hijo o un padre, posteriormente se hicieron muñecos y hasta estampitas de Chávez.

De la misma manera, uno de los agentes de la CIA seleccionado para asesinar a Fidel, comentó en una entrevista que a pesar de que tenían un plan muy sólido y efectivo, nunca se atrevían a llevarlo a cabo, pues todos sabían que no vivirían para ver el resultado y la mayoría se negaba a morir sin saber cómo sería el mundo después de Fidel, como si su paso por este mundo no fuera tan efímero como el nuestro.

En el caso del libro, el Gran Hermano podría no ser nadie, es decir, podría no existir y nadie necesita saberlo, para ser más prácticos, pongo este ejemplo: Chávez probablemente ya es cenizas, y sin embargo, sigue moviendo masas, sigue teniendo adeptos.

"La mujeruca del cabello color arena se lanzó hacia adelante, agarrándose de la silla de la fila anterior y luego, con un trémulo susurro que sonaba algo así como "¡Mi salvador!", extendió los brazos hacia la pantalla"
Esta mujer es la clara representación de los fanáticos más arraigados, era muy fácil encontrar mujeres en las marchas, tanto oficialistas como de oposición, llorando, rezando y pidiendo, como si el individuo de turno fuese un Dios. Esto no es algo que sólo haga la izquierda, es una estrategia del populismo en general, pasaba con Chávez y con Fidel, pero también pasó con Franco, Pinochet o Fujimori.

Finalmente, Orwell desmonta un mito que incluso yo creía posible.

"Ahora te diré la respuesta a mi pregunta. Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos importa el bienestar de los demás, sólo nos interesa el poder. No la riqueza, ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora entenderás lo que significa poder puro."

En documentales y artículos solemos leer que algunos dictadores realmente se creen la idea de que ellos son los salvadores del mundo, los nuevos mesías, de que ellos, en su megalomanía, pensaban que le hacían un bien a la sociedad, pero lo que dice O'Brien, tiene muchísima más lógica, el dictador quiere el poder, por amor al poder mismo.

El deseo de riqueza se puede llenar, el dinero es algo cuantitativo, el deseo sexual se puede saciar, el hambre puede evitarse, pero lo que no tiene límites, lo único que no puede contabilizarse, es el poder, por eso, el hombre siempre querrá más. 

 

 

 

 

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