Un tabaco y un saxofón.

París... ahí estaba yo, sentada, en la barra de aquel bar, con un vestido negro y zapatos rojos, una boa que combinaba con los zapatos bordeaba mi cuello, un sombrero que no dejaba ver mis ojos... fumando un cigarrillo y bebiendo un trago, sola, recordando mis desdichas. 
Entonces entró un hombre de traje negro... en su sombrero elegante con una pluma, en su mano derecha un tabaco y en la izquierda... un saxofón. Lo miraba desde la barra, subió al escenario, dejó su tabaco y comenzó a tocar el instrumento, aquel sonido recorrió mi cuerpo, me estremeció y me levanté de mi silla, aún con mi cigarrillo en la mano, me paré justo frente al escenario me quité mi sombrero, y dejé caer mis rizos dorados sobre mis hombros, y me dejé llevar por aquella melodía de los Dioses, bailaba al son de aquella música, entonces el hombre paró de tocar, se quitó su sombrero dejando ver su cabellera negra, se acercó a mí y besó mi mano, me miró a los ojos y en ese momento sólo estábamos él y yo en aquel bar, tomé mi sombrero y salí, con la mirada le dije que por favor me siguiera, él lo hizo y comencé a caminar... en dirección a la torre Eiffel. 
Estando parada justo en frente de ella con ese hermoso hombre detrás de mí sonreí... "Desde el lugar más lejano del planeta, se ve la torre Eiffel... como una estrella" el rodeo mi cintura con su brazo y me besó... y miramos la luna, y nos besamos, y nos amamos. 
No lo he vuelto a ver, ahora vivo en Londres, pero sé que todas las noches a las 2:45 am va a la torre Eiffel, a esperar que ella haga su magia y nos reúna de nuevo. 

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