Ana y Mía.

Ella calla, calla y escucha, escucha como la critican, como la traicionan, como la desaniman, pero no dice nada, finge no escuchar y sigue su camino, ella se siente insegura, quiere ser perfecta aún sabiendo que la perfección es utópica, y llora por las noches, por creerse menos, por sentirse menos.
Y le sube la autoestima a sus amigas, les dice que son hermosas, que están delgadas, que son preciosas, pero ¿quién le sube la autoestima a ella? Nadie, todos creen que está bien, y no es su culpa, es sólo que ella se esconde, se esconde detrás de una sonrisa, de un libro, de miedo, y luego sólo se pone un suéter, para tapar las heridas que se hizo, esas heridas que la hacen sentir que ser perfecta es posible, y las únicas que la acompañan son Ana y Mía, Ana la llevará a la muerte, Mía la dejará en una cama por siempre, pero a ella no le importa, ya es una muñeca rota que sólo quiere ser perfecta.
Ella no quiere dar lástima, podría apostarlo, ella sólo quiere sentirse bien consigo misma, mirarse al espejo día a día sintiéndose bien, pararse en la báscula y no llorar, no contar hasta cien cuando tiene hambre para que esta se vaya, no comer lento para que nadie note que no come demasiado, dejar de ir a casa de sus amigos sólo para no poder comer cuando tiene hambre, ella ya no quiere eso, no quiere seguir tomando agua para sentirse llena, no quiere dar más vueltas para sentirse mareada... ella sólo tiene miedo.
Y yo sólo la quiero ayudar. 

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