"Más guapa que cualquiera."

Ella no tenía nombre, así de simple, no disponía de un nombre porque ni siquiera pertenecía a este mundo, tenía ojos de color café, tan deliciosos que sumergirse en ellos era como beber de dicho café por la mañana, su cabello era una cascada de rizos desordenados, que le rozaban las pálidas mejillas de manera casual, tenía aspecto huraño y parecía dormida todo el tiempo, irradiaba cansancio y enfermaba continuamente, tenía labios carmín, gruesos y deliciosos.
"Y aunque sé que no era la más guapa del mundo, juro que era más guapa... más guapa que cualquiera."
Ella solía sonreír con facilidad, llorar con facilidad, se encerraba en ella misma de vez en cuando y no salía por días, se quedaba metida en sus libros, en sus cosas, y no gustaba ver el mundo, detestaba el sol esos días, prefería la nostalgia, y dormía cada vez que podía... era tan guapa.
"Y aunque sé que no era la más guapa del mundo, juro que era más guapa... más guapa que cualquiera."
Sus caderas eran mi perdición, no tenía un cuerpo perfecto, pero hasta sus kilos de más eran pura belleza para mí, su piel era tersa y estaba salpicada de lunares traviesos, su sonrisa fácil aparecía cuando yo rozaba la curva de su cuello, tenía pies pequeños y hermosas mejillas.
"Y aunque sé que no era la más guapa del mundo, juro que era más guapa... más guapa que cualquiera."



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