Hacer de tripas corazón.

Llegó con su par de ojos fríos y negros, como la noche, con un destello de travesura, de diversión, de burla, me sonrió y me dejó a sus pies, en cuestión de una sonrisa, me enamoré.
Noches de risa, días de miradas, susurros cortados por gemidos, besos parcialmente repartidos... 
Me llenaste más que nadie, amaba todo de ti, desde los hoyuelos de tus mejillas cuando sonreías, como tus ojos se achinaban cuando reías, tus manos grandes y tu actitud posesiva.
En cuestión de un jalón de cigarrillo... me dejaste.
Suspiré con aceptación, hice de tripas corazón, y guardé mis sentimientos en un cajón, la tristeza por tu decepción, el anhelo por tu ausencia, la ira por tu engaño, el odio... por ser tan tonta.
Me mordí los labios, solté más lágrimas de las que quiero aceptar, pero cada herida sanó.
Uno cree que funciona, guardar todo y ocultarlo, porque así fue, mis sentimientos quedaron resguardados bajo una sábana en un rincón de mi alma, pero luego pasaron cosas peores que tu partida, y esa sábana tuvo el trabajo de tapar mis desdichas... gracias al cielo que para ese momento, mis sentimientos habían muerto de hambre, porque al olvidarte, no los alimenté.

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