Desbordas mentiras.

Pedí piedad, no lástima, no pedí que te detuvieras, sólo que bajaras la velocidad, malentendiste todo, desde mi persona hasta lo que deseaba de nosotros, pero no me quejé.
Agaché la cabeza y acepté indignada y llena de incertidumbre, y tu sabes cuanto me cuesta aceptar y callar... pero lo hice, por ti lo hice, en el peor de los casos debía dejar mi amor de lado para protegerte de lo que sea que hubiese podido hacerte pero te negaste argumentando que me necesitabas más que al aire mismo, mentiras por todos lados. 
Cuando hacía frío decías que dejara de besar tu cuello, que odiabas como lo hacía, cuando caminábamos pediste que no tomaba tu mano pues esta sudaba por mi nerviosismo, cuando te besaba mordía tus labios y pediste que no lo hiciera... 
Esperé que entendieras, esperé que aceptaras, esperé que me amaras... y con lo que me cuesta entender, sólo caminé indecisa e insegura, de lado a lado, pensando en lo que estaba bien y en lo que estaba mal, pero aún esperando y cuando por fin decidí dejar de esperar corriste hacia mí y con las manos en mi cintura me elevaste, no sólo física también sentimentalmente.
Acepté de nuevo y caminé de tu mano hasta que un día dijiste que había cambiado, que ya no era la misma que besaba tu cuello en las noches de frío, que ya no era a que sudaba cuando estaba a tu lado y que no tomaba tu mano al caminar, ya no era la que mordía tus labios de esa manera sexy que tanto te gustaba.
Entonces me enojé y no contigo sino conmigo, por cambiar, y tomé mis cosas y tú con lágrimas en los ojos me pediste que no me fuera, te miré a los ojos y detrás de esos sentimientos encontré culpa, luego de eso llegué a un punto en que no sabía más... y al cabo de un rato me encontraba aspirando un cigarrillo sentada al pie de tu ventana y con tu camisa mientras tu yacías dormido y exhausto en la cama... por tus poros salían mentiras y ahí me quedé a tu lado... muerta por dentro y tan frívola por fuera, pero a tu lado.